Mascarillas y distanciamiento: la fórmula que salvó a los chimpancés de un virus mortal
Un estudio en Uganda demuestra que las mascarillas y el distanciamiento social redujeron la mortalidad por virus respiratorios en chimpancés salvajes

Parece mentira, pero las mascarillas y el distanciamiento social salvaron la vida de decenas de chimpancés en Uganda. Por primera vez, tenemos pruebas de que las medidas sanitarias que tanto usamos durante la pandemia también funcionan con nuestros parientes evolutivos más cercanos, y los resultados han sido mucho mejores de lo esperado.
La investigación, publicada en Biological Conservation por la Universidad de Arizona,y recogida por New Atlas los protocolos puestos en marcha tras un brote mortal en 2016 consiguieron frenar la propagación de virus entre los chimpancés del Proyecto Ngogo en el Parque Nacional Kibale. Esta comunidad, que protagoniza el documental Chimp Empire de Netflix, perdió 25 individuos de una población de 200 cuando un virus transmitido por humanos se extendió por la zona.
Distancia y mascarillas: la receta contra el contagio
El brote de 2016 fue devastador para la comunidad científica que lleva décadas estudiando estos primates. La tasa de mortalidad llegó al 12,5% en pocos meses, por lo que los investigadores decidieron actuar de inmediato. El protocolo que pusieron en marcha incluía aumentar la distancia mínima de observación de 4,5 a 9 metros, mascarillas obligatorias para todos los investigadores y desinfección constante de manos.
También decidieron que cualquier miembro del equipo con síntomas respiratorios debía permanecer en cuarentena hasta recuperarse completamente. Los científicos empezaron a usar ropa específica para entrar al hábitat de los chimpancés, algo parecido a lo que pasó cuando los animales de los zoológicos cambiaron su comportamiento durante los confinamientos por COVID-19.
Los resultados no dejaron lugar a dudas. La excreción viral en las heces de los chimpancés disminuyó considerablemente tras poner en marcha estas medidas, mientras que la tasa de tos pasó del 1,73% al 0,356%. Cuando en 2020 añadieron las cuarentenas externas para todo el personal, esta cifra descendió hasta el 0,075%, prácticamente eliminando los síntomas respiratorios.
Esta investigación va mucho más allá de Uganda. El turismo de vida silvestre mueve millones de personas cada año hacia hábitats donde viven especies en peligro de extinción, muchas de ellas pueden contagiarse de enfermedades humanas. Los protocolos que funcionaron en Ngogo podrían usarse en otros destinos donde humanos y primates conviven.
Y es que no es la primera vez que vemos paralelismos entre nosotros y los chimpancés. Estudios recientes han documentado cómo estos primates comparten alcohol en eventos sociales, tomando frutas fermentadas con hasta 0,61% de contenido alcohólico durante reuniones comunitarias, un comportamiento que nos resulta bastante familiar.
El trabajo de Ngogo también ha aportado información valiosa sobre el envejecimiento comparativo entre especies. Los chimpancés estudiados tenían entre 9 y 50 años, un rango que permite ver cómo diferentes grupos de edad respondieron a las medidas sanitarias. Esto es especialmente interesante cuando sabemos que el deterioro cognitivo por envejecimiento presenta diferencias notables entre humanos y chimpancés.
Proteger a nuestros parientes evolutivos va más allá de preservar la biodiversidad: mantiene sanos ecosistemas completos. Lo que se ha hecho en Uganda demuestra que las lecciones de la pandemia humana pueden aplicarse con éxito a la conservación de especies amenazadas, y eso es una herramienta práctica muy valiosa para el futuro de la primatología de campo.