Venus oculta tras de sí varios asteroides: podrían dirigirse hacia la Tierra
Un estudio revela que asteroides ocultos por Venus podrían cambiar de trayectoria hacia nuestro planeta en escalas milenarias debido a interacciones gravitatorias

Venus no solo es nuestro vecino más caliente, sino que también podría estar escondiendo una sorpresa bastante desagradable. Un estudio reciente sugiere que varios asteroides cercanos al planeta podrían cambiar su trayectoria hacia la Tierra en escalas de tiempo milenarias. Estos objetos son tremendamente difíciles de detectar porque pasan el 90% de su tiempo ocultos por el resplandor del Sol, lo que los convierte en una pesadilla para quienes se dedican a vigilar el espacio.
El equipo de Valerio Carruba en la Universidad Estatal de São Paulo ha identificado 20 asteroides que orbitan junto a Venus, según Techspot. Entre estos objetos está el peculiar Zoozve, que tiene órbitas bastante excéntricas y que podría cambiar de rumbo hacia la Tierra por culpa de las interacciones gravitatorias con Venus y otros planetas del sistema solar interior.
El problema de los asteroides invisibles
Lo que más preocupa de estos objetos es que pueden pasar desapercibidos durante largos periodos. Las simulaciones del equipo brasileño abarcan 36.000 años y muestran que algunos de estos objetos superan los 140 metros de diámetro. Este tamaño es suficiente para arrasar ciudades enteras si llegaran a impactar, y sus órbitas son bastante inestables, lo que significa que predecir dónde estarán más allá de 150 años es prácticamente imposible.
El caso del asteroide 2024 YR4 es un buen ejemplo de lo que puede pasar. Como recordamos de su descubrimiento, este objeto apareció de forma inesperada con una órbita retrógrada bastante rara y un diámetro de entre 30 y 65 metros. Los objetos peligrosos pueden surgir sin previo aviso.
Los telescopios actuales tienen serias limitaciones para rastrear objetos con órbitas poco excéntricas, y las ventanas de observación se reducen dramáticamente cuando estos asteroides se encuentran cerca del Sol. Un ejemplo de lo complicado que es predecir estas cosas ocurrió con el falso alarmismo de 2032, cuando los cálculos iniciales daban un 2.3% de probabilidad de impacto a un asteroide que luego resultó ser inofensivo.
La experiencia con 2024 YR4 también enseñó lo importante que es tener protocolos de respuesta rápida. La activación de la defensa global clasificó este objeto como nivel 3 en la escala Turín con un 1.2% de probabilidad de impacto inicial, aunque finalmente se confirmó que no representaba una amenaza para 2032.
Los astrónomos están trabajando en dos frentes. El Observatorio Vera C. Rubin en Chile empezará a escanear grandes áreas del cielo desde 2025, aunque seguirá teniendo limitaciones por estar en la Tierra. La otra opción son misiones espaciales ubicadas cerca de Venus, que permitirían vigilar continuamente sin que el Sol moleste.
Carruba es claro al respecto: "solo una campaña de observación dedicada desde una misión espacial cerca de Venus podría mapear todos los asteroides aún 'invisibles'". Proyectos como el telescopio NEO Surveyor de la NASA y la misión europea NEOMIR siguen esta línea. El caso de Apofis, conocido como el "asteroide dios del caos", es interesante. Su aproximación en 2029 será tan cercana que nuestra gravedad podría cambiar su estructura.
Aunque Carruba admite que "pronto mejoraremos nuestro conocimiento sobre esta población", recuerda que la probabilidad de impacto sigue siendo baja en escalas humanas. La clave está en mantener los sistemas de vigilancia activos mientras se invierte en tecnologías que nos permitan identificar y entender mejor estas amenazas antes de que representen un peligro real.