Ni seguridad, ni salud mental: documentos internos revelan la "cacería" de adolescentes ordenada por el jefe de Instagram

Documentos internos muestran cómo Instagram priorizó recuperar usuarios adolescentes incluso mientras enfrentaba demandas por dañar su bienestar

Ni seguridad, ni salud mental: documentos internos revelan la "cacería" de adolescentes ordenada por el jefe de Instagram
Instagram intensificó sus estrategias para atraer adolescentes mientras prometía públicamente reforzar la seguridad y la salud mental en la plataforma
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Mientras Meta defendía públicamente su compromiso con la seguridad y la salud mental de los menores, dentro de Instagram se empujaba justo en la dirección contraria. Documentos internos que se dieron a conocer ahora dibujan una estrategia clara y poco ambigua: atraer a más adolescentes a la plataforma, cueste lo que cueste.

La contradicción no es menor. Estas directrices internas se produjeron apenas dos semanas después de que decenas de fiscales generales de Estados Unidos demandaran a Meta por, presuntamente, enganchar a adolescentes y poner en riesgo su bienestar.

El mandato interno: los adolescentes, por encima de todo

En noviembre de 2023, Adam Mosseri, máximo responsable de Instagram, dejó por escrito una prioridad inequívoca: los equipos debían centrarse en atraer a adolescentes, especialmente en mercados desarrollados. No era una recomendación más. Según los documentos filtrados, mejorar las métricas juveniles se convirtió en el objetivo número uno de la compañía, incluso por delante de proyectos estratégicos como Threads (la red social similar a Twitter).

El motivo era evidente: Instagram estaba perdiendo relevancia entre los jóvenes (TikTok estaba arrasando entre los adolescentes). Las cifras internas mostraban caídas constantes en altas y un uso diario entre adolescentes en Estados Unidos y Europa, un problema grave para una empresa que basa su futuro en captar usuarios lo antes posible y retenerlos durante décadas.

Museos, algoritmos y marketing para pensar como un adolescente

La respuesta de Meta fue tan ambiciosa como inquietante. Dentro de sus oficinas se instalaron espacios pensados para “empatizar” con la vida adolescente, recreando desde centros comerciales hasta estilos de selfis populares entre jóvenes. No era un gesto simbólico, la intención era reprogramar la forma en que los empleados pensaban el producto.

A nivel técnico, Instagram ajustó algoritmos para facilitar que los nuevos usuarios jóvenes encontraran a amigos reales desde el primer día, una métrica clave para evitar el abandono temprano. También se priorizó a influencers con tirón entre adolescentes y se redirigió presupuesto publicitario para vender la idea de Instagram como un lugar donde “nacen grandes amistades”.

Seguridad como discurso, crecimiento como prioridad real

Todo esto ocurría mientras Meta acumulaba demandas y críticas por el impacto de Instagram en la salud mental de los menores. La empresa lanzó nuevas herramientas de control parental y restricciones para cuentas juveniles, pero los documentos internos revelan una tensión constante: cada mejora en seguridad que reducía el uso adolescente era vista como un problema de negocio.

De hecho, los propios informes internos admitían que muchos jóvenes evitaban Instagram por la presión estética y la necesidad de mostrarse “perfectos”. Aun así, la estrategia no giró hacia reducir esa presión, sino hacia encontrar qué perfiles de adolescentes eran más fáciles de captar y cómo adaptar el producto para ellos.

Una estrategia a largo plazo, no un error puntual

Lo más revelador no es una decisión concreta, sino la visión de fondo. Instagram no solo quería recuperar adolescentes: aspiraba a convertirse en la mayor plataforma juvenil del mundo antes de 2027. Y cuando los datos empezaron a mostrar que ese objetivo no se cumplía, la solución no fue frenar, sino ampliar el foco hacia jóvenes adultos.

El mensaje que dejan estos documentos es incómodo, pero muy claro: la seguridad y la salud mental funcionan como un escudo público, mientras que, en privado, el crecimiento adolescente sigue siendo la moneda más valiosa. En pocas palabras, no es un fallo aislado, ni un desliz comunicativo. Es una estrategia consciente, sostenida en el tiempo, y cada vez más difícil de disimular.

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