¿Te pueden despedir siendo un simple figurante? Brad Pitt se pasó de listo en una película de Charlie Sheen y casi le pasa
Cuando eres joven e impulsivo

Hay películas, sobre todo las de gran presupuesto o aquellas que muestran batallas multitudinarias, en las que los extras o figurantes se cuentan por centenares o incluso miles, pero hay otras en las que se contratan a muchos menos de estos actores, y los que lo logran, como es normal, quieren dejar de ser unos desconocidos.
Claro que los hay que le echan más cara que otros, como no podía ser de otra forma en el competitivo mundo de Hollywood, con Brad Pitt siendo un claro ejemplo de lo que no hay que hacer, aunque no podemos culparle por intentarlo.
Si cuela, cuela
Tal y como él mismo se encargó de relatar en una entrevista para W Magazine con motivo del estreno de Érase una vez en... Hollywood, el actor recordó sus inicios en la industria y una anécdota que casi le cuesta el despido cuando trabajaba como figurante en la película La tierra de nadie de 1987, protagonizada por Charlie Sheen.
Pitt explicó que por entonces llevaba un año y medio haciendo de extra y soñando con conseguir su tarjeta del SAG (el sindicato de actores estadounidense), algo imprescindible para poder optar a papeles con diálogo. Pero se encontraba en un auténtico callejón sin salida: para obtener la tarjeta necesitaba una frase, y para poder decir una frase necesitaba la tarjeta. Así que decidió arriesgarse.
Durante una de aquellas noches de rodaje, en una escena ambientada en un restaurante le asignaron el papel de camarero. Tenía que servir champán a los comensales y mantenerse en silencio, pero la ambición le pudo. "Pensé: voy a intentar meter una línea", recordaba entre risas. "Serví una copa, luego otra, y cuando llegué al final de la mesa, miré a una actriz y le dije: ¿Quiere algo más?".
"La actriz me miró, el primer ayudante de dirección gritó '¡Corten, corten, corten!' y se acercó corriendo a decirme: 'Si lo haces otra vez, te vas del rodaje'". Pitt, un veinteañero por aquel entonces, comprendió la lección al instante. "Pensé: Oh, tío... la he fastidiado".
Spoiler: acaba bien
Finalmente, lograría su ansiada tarjeta del sindicato poco después, aunque sin recurrir a ninguna triquiñuela. Años más tarde y como ya sabemos, aquel figurante que estuvo a punto de ser despedido por improvisar una frase se convertiría en uno de los actores más cotizados del mundo y ganador de un Oscar por Érase una vez en... Hollywood.