Elon Musk se está obsesionando con una ‘novia’ de IA, y dentro de xAI empiezan a surgir señales de incomodidad
El CEO de Tesla ha supervisado personalmente el desarrollo del chatbot hipersexualizado Ani, llegando a exigir datos biométricos de empleados para entrenarlo
Elon Musk ha dedicado los últimos meses a supervisar personalmente el desarrollo de Ani, el chatbot de xAI diseñado como una mujer anime hipersexualizada que puede desvestirse virtualmente en respuesta a flirteos de usuarios. Desde su alejamiento de la administración Trump en mayo, el CEO de Tesla ha dirigido el proyecto hasta el punto de exigir datos personales a empleados de la compañía para entrenar al avatar.
Esta obsesión ha generado malestar interno, donde los trabajadores temen que sus rostros y voces se usen para crear contenido falso. Según detalla Futurism, Ani forma parte del catálogo de avatares sexualizados de Grok lanzado el pasado verano para suscriptores premium que pagan 30 dólares mensuales. El chatbot, cuya descripción oficial es "soy tu pequeña dulce delicia", puede cambiar a lencería bajo petición y generar fantasías eróticas detalladas.
Los empleados ceden rostros y voces como "requisito laboral"
La controversia saltó en abril cuando la empresa comunicó a sus trabajadores que debían proporcionar información biométrica para entrenar avatares. Se exigieron rostros, voces y huellas dactilares bajo un programa interno denominado "Proyecto Skippy". Los empleados firmaron autorizaciones que conceden una licencia perpetua, mundial y sublicenciable sobre sus datos personales.
Las grabaciones de reuniones internas obtenidas por Wall Street Journal revelan las preocupaciones del personal. Una trabajadora expresó su temor a que vendan su información para deepfakes, mientras otros preguntaron directamente si podían negarse a participar. La respuesta fue categórica: estas contribuciones constituyen un "requisito laboral para impulsar la misión de xAI".
El proyecto ha cosechado popularidad entre los seguidores de Musk, a pesar de que este tipo de contenido ya había generado polémicas por aparecer en aplicaciones clasificadas para mayores de 12 años. Ani incorporó capacidades de generación visual provocativa y conversaciones que simulan vínculos emocionales. Musk ya había mostrado antes patrones similares de obsesión con proyectos excéntricos que terminaron desviando recursos de objetivos principales en Tesla y otras compañías.
Esta exigencia corporativa para entrenar chatbots controvertidos plantea interrogantes legales que la compañía no ha abordado satisfactoriamente. Incluso dentro de la propia empresa hay dudas sobre el rumbo que ha tomado este desarrollo, especialmente cuando implica usar información personal del personal para proyectos de naturaleza polémica.