La gente joven da la espalda a internet: quieren vivir sin él
Un 47% de los jóvenes británicos de 16 a 21 años desearía haber crecido en un mundo sin internet, según un estudio de BSI, el organismo nacional de normas del Reino Unido

Lo cierto es que suena raro: la generación que prácticamente nació con un móvil en la mano ahora dice que habría preferido crecer sin internet. Casi la mitad de los jóvenes británicos entre 16 y 21 años elegiría un mundo sin conexión, y esto no son especulaciones de sociólogos, sino datos concretos de una encuesta que ha puesto números a lo que muchos intuíamos.
La British Standards Institution ha encuestado a 1.293 personas y ha encontrado que el 47% preferiría crecer en un mundo sin internet, a pesar de que dedican más de dos horas diarias a redes sociales. Vamos, que es como quejarse del tabaco con un cigarro en la boca: lo odias, pero ahí sigues.
El precio de ser nativo digital
Aquí es donde la cosa se pone seria. El 68% de los encuestados reconoce que se siente peor consigo mismo tras usar redes sociales. Cuando tu día a día se convierte en compararte constantemente con versiones filtradas y editadas de otros, el resultado era bastante predecible. El 26% dedica más de cuatro horas diarias a plataformas como TikTok o Instagram, mientras que solo el 49% invierte menos de dos horas en actividades del mundo real.
Esta dependencia genera comportamientos que ni ellos mismos aprueban. El 42% miente a sus padres sobre su actividad online, el 27% finge ser otra persona en internet y el 40% usa cuentas falsas. Por si fuera poco, el 43% accedió a redes sociales antes de los 13 años, ignorando alegremente las edades mínimas que marcan las propias plataformas.
Las diferencias entre chicos y chicas son llamativas. Ellas lo pasan peor: el 37% ha sufrido acoso online frente al 28% de ellos. También se comparan más (85% vs 70%) y compran más productos influenciadas por las redes (79% vs 59%). Internet no crea estos problemas de la nada, pero desde luego los amplifica.
La pandemia empeoró todo. El 74% aumentó su tiempo online durante el COVID-19, y el 68% relaciona directamente este mayor consumo digital con problemas de salud mental. Lo que empezó como entretenimiento durante el confinamiento se quedó como hábito después.
Ahora viene lo interesante: estos jóvenes no se limitan a protestar. Proponen soluciones concretas. El 79% exige leyes que obliguen a verificaciones de edad y protección de datos más estrictas. La mitad apoya toques de queda digitales para aplicaciones nocturnas, y el 27% pide directamente prohibir móviles en las escuelas. Ya sabíamos que la relación entre los adolescentes y la tecnología era complicada, pero ahora tienen voz propia para decirlo.
Susan Taylor Martin, CEO de BSI, lo explica así: "La tecnología solo será positiva si protege privacidad y bienestar. Las empresas deben priorizar a los usuarios, no solo las ganancias". Daisy Greenwell, de Smart Phone Free Childhood, añade: "Piden límites porque reconocen que hay un problema de adicción. Gobiernos y tecnológicas tienen que actuar ya".
La encuesta llega en un momento oportuno. El regulador británico Ofcom está implementando nuevas exigencias que incluyen algoritmos seguros para menores, sistemas de verificación de edad y multas de hasta el 10% de ingresos por incumplimiento. Los jóvenes piden lo que los reguladores empiezan a imponer por ley.
Esto encaja con movimientos que van apareciendo offline: clubs nocturnos sin móviles, grupos de lectura presencial y sesiones de "detox digital" organizadas. Que un 40% de los jóvenes adultos sean adictos al móvil ya no sorprende a nadie, pero al menos ahora lo reconocen y buscan alternativas.
La generación Z se rebela contra algo que ellos mismos han ayudado a construir. Usan Instagram para denunciar lo tóxica que es Instagram mientras exigen cambios estructurales. No piden eliminar internet, sino reformularlo con protecciones automáticas que pongan a las personas por delante de los algoritmos. Es una protesta muy suya: documentada, con datos y propuestas concretas para solucionarlo.