Los robots cada vez son más extraños, y este hexápodo es la prueba fehaciente de ello

Un robot de seis patas que funciona únicamente con aire comprimido y sin electrónica ha sido impreso en 3D en una sola pieza. La Universidad de California en San Diego propone un enfoque innovador con un diseño que cuesta solo 20

Los robots cada vez son más extraños, y este hexápodo es la prueba fehaciente de ello
El hexápodo puede desplazarse por diferentes superficies e incluso funcionar bajo el agua gracias a su sistema neumático, demostrando las posibilidades de la robótica sin componentes electrónicos
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo
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La ingeniería robótica ha dado un paso sorprendente con la creación de un robot hexápodo completamente impreso en 3D de una sola pieza que funciona únicamente con aire comprimido. Este peculiar bicho mecánico rompe con todo lo establecido, ya que prescinde totalmente de componentes electrónicos. La naturaleza nos ha inspirado durante décadas para crear robots cada vez más eficientes, pero esta vez la cosa va mucho más allá de copiar lo que vemos en los seres vivos.

Según informa New Atlas, este robot ha sido desarrollado por el investigador postdoctoral Yichen Zhai y su equipo en el Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la Universidad de California en San Diego. El dispositivo fue fabricado en un proceso de impresión continuo que duró casi dos días y medio seguidos, utilizando poliuretano termoplástico flexible como material principal. Este enfoque permite crear máquinas complejas sin necesidad de ensamblar múltiples piezas.

Una nueva forma de entender la robótica experimental

El funcionamiento del hexápodo se basa en un ingenioso sistema neumático. El aire comprimido, proporcionado por una bomba externa o un cartucho de CO₂ incorporado, fluye a través de un circuito neumático oscilante que activa las patas de forma secuencial. Cada extremidad cuenta con cuatro grados de libertad, lo que permite al robot desplazarse eficientemente por diferentes tipos de terreno e incluso operar bajo el agua como otros modelos experimentales.

La autonomía del robot depende de su configuración: con un cartucho de CO₂ integrado tiene un tiempo limitado, pero conectado a una bomba externa puede funcionar durante tres días sin parar sin necesidad de mantenimiento. Esta característica, sumada a su bajo coste de fabricación de aproximadamente 20 dólares, lo convierte en una alternativa económicamente viable para aplicaciones que requieran robots desechables o que deban operar en entornos hostiles para la electrónica convencional.

Los investigadores han señalado que este tipo de robots podría ser especialmente útil para explorar zonas con alta radiación o incluso superficies de otros planetas, donde los componentes electrónicos tradicionales podrían fallar. A diferencia de robots humanoides como los de Boston Dynamics, que dependen de sistemas electrónicos complejos, este enfoque apuesta por la simplicidad mecánica y resistencia extrema a condiciones que freírían cualquier circuito.

El futuro desarrollo de esta tecnología se centrará en implementar métodos para almacenar el CO₂ dentro del propio robot y en la utilización de materiales 100% biodegradables que reduzcan su impacto ambiental. Esta línea de investigación se suma a otras iniciativas rompedoras, como los músculos artificiales multidireccionales desarrollados por el MIT, que están cambiando radicalmente las reglas del juego en el campo de la robótica actual.

Este hexápodo representa un auténtico vuelco en el mundo de la robótica, no solo por funcionar sin ni un solo componente electrónico, sino por las puertas que abre a futuras aplicaciones. Como afirma el profesor Michael Tolley, director del equipo: "Esta es una forma completamente diferente de ver la construcción de máquinas". Y desde luego tiene razón, porque este bicho de seis patas podría dar un volantazo a nuestra manera de diseñar y fabricar robots en los próximos años.

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