México ha creado un superordenador absolutamente brutal y su nombre viene directo de su mitología
México construirá Coatlicue, un superordenador de 314 petaflops que multiplicará por siete la potencia del actual líder latinoamericano
México acaba de anunciar la construcción de Coatlicue, un nuevo superordenador que aspira a convertirse en la máquina más potente de toda América Latina. Con una capacidad de procesamiento de 314 petaflops, este equipo multiplicará por siete la potencia del actual líder de la región, el sistema brasileño Pegaso, marcando un hito en la infraestructura tecnológica del país para la investigación científica pública.
La información llega desde ScienceAlert, donde detallan que las obras comenzarán este mismo mes de enero. El gobierno mexicano invertirá 6.000 millones de pesos —cerca de 280 millones de euros al cambio— para tener lista esta infraestructura en un plazo de 24 meses. La presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro que el objetivo es que esta capacidad de cómputo masiva esté al servicio de la sociedad y no se limite al ámbito privado.
Un cerebro de silicio para el clima y el campo
Lo interesante de Coatlicue no es solo la fuerza bruta, sino su aplicación práctica. El sistema está diseñado para afinar predicciones climáticas, optimizar la gestión del agua y planificar la agricultura. Es un enfoque muy similar al que está adoptando Japón con sus nuevos superordenadores, utilizando estas bestias de silicio como herramientas de Estado para intentar mitigar los efectos de los desastres naturales antes de que ocurran.
Para poner los números en contexto, 314 petaflops equivalen a 314 mil billones de cálculos por segundo. Aunque es una cifra gigantesca para la región, todavía juega en una liga inferior a la "exaescala" que lideran máquinas como El Capitan en EE. UU. o el sistema JUPITER en Europa. Aun así, permite a México dejar de depender de servidores extranjeros para sus simulaciones, ganando una soberanía digital crítica.
El nombre elegido tampoco es casualidad. Coatlicue hace referencia a la diosa mexica de la vida y la muerte, un símbolo de poder que encaja con la ambición del proyecto. Si se cumplen los plazos, para 2027 México tendrá operativa una herramienta fundamental para no perder el tren de la inteligencia artificial aplicada a la ciencia y el desarrollo.