Un pionero de la robótica lanza una advertencia: “Los robots humanoides son una fantasía millonaria”
Rodney Brooks, cofundador de iRobot y pionero de la robótica, advierte que los humanoides son una ilusión costosa y que el futuro estará en máquinas más prácticas y seguras

La fiebre por los robots humanoides ha desatado una auténtica lluvia de inversiones de millones de dólares en este último tiempo. Tesla, Figure, Meta y demás compañías prometen que muy pronto veremos máquinas caminando, hablando y haciendo tareas cotidianas como si fueran personas. Pero Rodney Brooks, uno de los nombres más respetados en la historia de la robótica, no comparte ese entusiasmo. Más bien al contrario: cree que gran parte de esa inversión es dinero tirado.
La mano humana: el muro infranqueable
Brooks, cofundador de iRobot (los famosos aspiradores robots) y exprofesor del MIT, señala que muchos de estos proyectos parten de un error de base. Pretender que un robot aprenda a manipular objetos simplemente viendo vídeos de humanos es, en sus palabras, “pura fantasía”.
La razón está en la biología: nuestras manos concentran al rededor de 17.000 receptores táctiles, un nivel de sensibilidad que ninguna máquina puede replicar a día de hoy. Mientras que tecnologías como el reconocimiento de voz o de imágenes se apoyaron en décadas de avances previos, con el tacto no existe esa tradición de datos. El salto es, por ahora, insalvable.
Un riesgo para la seguridad
Además del problema técnico, Brooks alerta sobre un aspecto muy poco comentado: la seguridad. Los robots humanoides de tamaño completo necesitan gastar enormes cantidades de energía para mantenerse en pie. ¿El problema? Cuando caen, esa energía se libera de golpe. Según sus cálculos, duplicar el tamaño de un robot multiplica por ocho la energía potencialmente dañina en una caída. En otras palabras, un humanoide grande puede ser peligroso por pura física.
Para Brooks, el futuro de la robótica no está en clones humanos, sino en máquinas con ruedas, brazos múltiples y sensores especializados. No serán “personas de metal” andando por la calle, sino herramientas muy capaces que aprovecharán formas más eficientes y seguras. “Dentro de 15 años, los robots más útiles no se parecerán a nosotros”, sentencia.
La ilusión y el capital
Mientras tanto, el dinero sigue fluyendo. Startups como Figure han alcanzado valoraciones de casi 40.000 millones de dólares con promesas de un futuro donde los humanoides estarán en fábricas, oficinas e incluso hogares. Brooks, sin embargo, cree que lo que vemos ahora son simples experimentos de entrenamiento, caros y poco escalables.
Su advertencia no es nueva: ya antes criticó la sobrevaloración de la inteligencia artificial generativa, señalando que a veces ralentiza más de lo que ayuda. Y tampoco compra la idea de la IA como amenaza existencial, a pesar de que voces como Elon Musk insistan en ello.