Lo que hacen estos chimpancés con briznas de hierba dice mucho sobre nosotros
Un grupo de chimpancés desarrolló una moda sin sentido práctico que revela sorprendentes similitudes con nuestros comportamientos sociales más absurdos

En un santuario de Zambia, un grupo de chimpancés desarrolló hace más de una década una peculiar tendencia: insertarse briznas de hierba en las orejas o dejarlas colgando tras las nalgas. No tiene ningún sentido práctico, no les ayuda a sobrevivir ni a comunicarse mejor, pero ahí están, haciéndolo como si fuera lo más normal del mundo.
La moda comenzó en 2010 cuando una hembra se metió una brizna en la oreja durante su estancia en el centro. Siete de sus compañeros copiaron la idea, y siguieron haciéndolo incluso después de que ella muriera. Los investigadores de la Universidad de Utrecht lo han analizado en un estudio publicado en Behaviour y las conclusiones son bastante reveladoras.
Un comportamiento que no tiene lógica aparente
Lo curioso es que la moda solo se extendió entre grupos con los mismos cuidadores humanos. Resulta que estos trabajadores también usaban juncos o cerillas para limpiarse las orejas, pero los chimpancés se fueron mucho más allá: algunos se pusieron hojas en ambas orejas o las colgaron en otras partes del cuerpo.
Edwin Van Leeuwen, el investigador principal, cree que estos gestos son como insignias de pertenencia al grupo. Básicamente, al copiar algo que no sirve para nada, los chimpancés están diciendo "yo también formo parte de esto". Y eso pone patas arriba la idea de que solo nosotros hacemos cosas absurdas por motivos sociales.
En los santuarios tienen tiempo para estas tonterías porque no se preocupan por buscar comida o escapar de depredadores. Los chimpancés salvajes nunca han desarrollado estas modas raras porque están demasiado ocupados sobreviviendo. Pero cuando tienen las necesidades básicas cubiertas, empiezan a hacer cosas que nos suenan muy familiares.
Durante la pandemia pasó algo parecido. Cuando los zoológicos se quedaron sin visitantes, los chimpancés cambiaron completamente su comportamiento. Empezaron a jugar más y a interactuar con objetos que antes ignoraban, como si la ausencia de público les hubiera liberado para ser más espontáneos.
Y es que se parecen a nosotros más de lo que nos gusta admitir. Sus conversaciones usando gestos siguen patrones sorprendentemente familiares: respetan turnos, tienen variaciones según la comunidad y hasta desarrollan "dialectos" diferentes según donde vivan. Incluso se pasan frutas fermentadas como si fueran copas durante sus reuniones sociales.
Y cuando llegó el COVID, resultó que las mascarillas y el distanciamiento social también funcionaban con ellos. En Uganda lograron proteger a una comunidad de chimpancés de un virus respiratorio mortal usando exactamente las mismas medidas que nosotros. Casi como si fuéramos familia lejana o algo así.
Lo de las briznas de hierba no va de supervivencia ni de comunicación ni de encontrar pareja. Va de algo mucho más simple: querer formar parte del grupo. Los chimpancés, igual que nosotros, desarrollan tradiciones que no sirven para nada práctico pero que los hacen sentir como parte de algo más grande.
Van Leeuwen cree que copiar cosas sin sentido aparente podría ser un rasgo evolutivo mucho más antiguo de lo que pensábamos. Mientras que nosotros nos burlamos de sus "modas irracionales", resulta que compartimos los mismos mecanismos básicos para crear vínculos sociales.
La conclusión es bastante clara: llevamos décadas buscando qué nos hace únicos como especie, pero quizás deberíamos admitir que nos parecemos más de lo que nos diferenciamos. Estos chimpancés con sus briznas de hierba nos están enseñando algo importante sobre nosotros mismos, aunque no sepamos muy bien qué hacer con esa información.