Alerta de la espía número 1: la nueva jefa del MI6 avisa de que los magnates tecnológicos ya son "tan poderosos como los estados"

La nueva directora del MI6 advierte: los gigantes tecnológicos acumulan un poder geopolítico rival al de los Estados, complicando la defensa contra la guerra híbrida rusa y el ciberespionaje

Alerta de la espía número 1: la nueva jefa del MI6 avisa de que los magnates tecnológicos ya son "tan poderosos como los estados"
Blaise Metreweli, en su primer discurso como "C", señala que la soberanía nacional depende ahora de la colaboración, a veces tensa, con los dueños de las grandes plataformas digitales
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

Blaise Metreweli no ha querido medias tintas en su debut como directora del MI6: los magnates tecnológicos acumulan hoy una capacidad de presión geopolítica que rivaliza con la de cualquier Estado soberano. En su primera intervención pública como "C", la jefa del espionaje británico ha dejado claro que corporaciones como las que dirigen las redes sociales condicionan la seguridad nacional tanto o más que un gobierno extranjero.

La crónica de The Times detalla cómo el concepto clásico de frontera se ha desmoronado en el entorno digital. Las decisiones que se toman en un despacho de Silicon Valley pueden alterar el curso de un conflicto armado o desestabilizar la economía de una región, una realidad que obliga a los servicios de inteligencia a sentarse a negociar con ejecutivos privados cuyas prioridades financieras rara vez coinciden con la defensa del Estado.

Cuando el CEO tiene más mando que el General

Ya no hablamos de simples herramientas de comunicación, sino de material bélico activo. Hemos visto cómo Rusia despliega la IA como arma estratégica en la invasión de Ucrania, utilizando sistemas automatizados para saturar defensas y atacar infraestructuras críticas. En este nuevo tablero, quien tiene las llaves del servidor y controla los algoritmos ejerce un dominio sobre el terreno tan efectivo como quien moviliza divisiones blindadas.

El otro gran frente es el dominio del relato. Movimientos unilaterales, como la reciente maniobra de Elon Musk para desvelar la nacionalidad de las cuentas en X, demuestran que un solo individuo puede desbaratar o exponer operaciones de influencia extranjeras según le convenga. Estas corporaciones operan al margen del control parlamentario y deciden en tiempo real qué actores tienen voz, asumiendo funciones que antes correspondían a la diplomacia o al contraespionaje.

Esta privatización de la vigilancia añade una capa extra de complejidad. Vemos cómo plataformas sociales implementan rastreos para detectar si entras usando una VPN, teóricamente para frenar a los bots rivales, pero asumiendo capacidades de atribución propias de una agencia estatal. A esto se suma que los agentes operan en un entorno hostil donde la IA convierte el phishing en algo indetectable, facilitando suplantaciones capaces de burlar los protocolos de seguridad más estrictos.

Ante este panorama, la defensa analógica se vuelve inútil. Metreweli cierra su diagnóstico con una realidad incómoda: la eficacia de la inteligencia británica ya no depende solo de la pericia de sus espías sobre el terreno, sino de su habilidad diplomática para gestionar la tensión constante con los dueños de la infraestructura digital.

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