"Búscate un abogado": el equipo de Elon Musk entra en pánico al verse solo ante la justicia tras la huida del magnate
Los colaboradores del recién disuelto DOGE temen investigaciones penales por sus acciones. Sin la protección de Musk, que abandonó el proyecto hace meses, afrontan cargos por acceso indebido a sistemas federales
El equipo técnico que Elon Musk reclutó para su experimento gubernamental vive horas de auténtica angustia. Tras confirmarse la disolución definitiva del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), los colaboradores han empezado a buscar defensa legal urgente ante un horizonte judicial que pinta muy negro. Temen enfrentarse a investigaciones federales por haberse extralimitado en sus funciones y manipular datos sensibles sin la cobertura institucional que creían tener garantizada por la Casa Blanca.
La alarma la ha dado Futurism, describiendo el caos interno tras el cierre oficial. Estos perfiles técnicos, muchos sin experiencia administrativa, ejecutaron órdenes agresivas de recorte bajo la promesa de una impunidad que se ha evaporado. Su situación es precaria porque su líder ya protagonizó una salida abrupta del gobierno hace meses, dejándolos solos ante una maquinaria estatal que ahora auditará cada acceso indebido, cada archivo borrado y cada decisión arbitraria tomada durante su mandato.
Accesos de administrador sin control
La preocupación principal gira en torno a la ciberseguridad y los permisos de acceso. Durante su breve existencia, el departamento operó con una libertad peligrosa, permitiendo situaciones anómalas como la de un ingeniero de 25 años del círculo de Musk que tuvo capacidad para bloquear cuentas del Tesoro. Al confirmarse que este proyecto ha fracasado estrepitosamente y ha sido desmantelado, esas acciones han perdido su justificación legal y podrían tipificarse como delitos informáticos federales graves contra infraestructuras críticas, en lugar de simples "auditorías de eficiencia".
El riesgo es mayúsculo porque no hablamos solo de hojas de cálculo presupuestarias. Se ha reportado que el magnate y su equipo llegaron a tener acceso a información de seguridad nacional, convirtiendo este "hackeo" institucional en un problema de estado. Los abogados consultados por los afectados advierten que la administración no perdona el manoseo de datos clasificados y que la defensa de "seguía órdenes de Musk" tendrá muy poco recorrido ante un juez federal si no hay un papel oficial que lo respalde.
Este abandono a su suerte encaja con el perfil psicológico descrito por su biógrafo, quien advierte que su modo de supervivencia constante le lleva a desentenderse de las consecuencias humanas que dejan sus decisiones impulsivas. Para el multimillonario, el DOGE es un proyecto amortizado del que ya se ha aburrido; para los jóvenes ingenieros que firmaron las órdenes de corte, es el inicio de una pesadilla legal que puede arruinar sus carreras para siempre.
La disolución del ente deja una lección dura para el sector tecnológico: el gobierno no es un servidor privado donde puedes hacer y deshacer con privilegios de administrador a tu antojo. Mientras Musk regresa a la seguridad de sus empresas privadas, sus antiguos "operativos" descubren que en Washington, ejecutar un código erróneo o borrar la base de datos equivocada no se soluciona con un parche de emergencia, sino con una citación judicial.