He comparado un reproductor de CD sin DAC integrado con uno tradicional para que tú no tengas que hacerlo

Separar transporte y DAC devuelve al CD la dignidad que nunca debió perder: precisión, pegada y un brillo imposible en la mayoría de sistemas integrados

He comparado un reproductor de CD sin DAC integrado con uno tradicional para que tú no tengas que hacerlo
El conjunto FiiO DM13 y K19 revela cuánto margen tiene aún el formato compacto: cuando la conversión digital se cuida, el CD deja de ser nostalgia y vuelve a ser alta fidelidad
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

A día de hoy el CD parece el patito feo de los formatos de audio. Con unos consumidores lanzándose en masa al vinilo —que empieza a parecerse más a un artículo de lujo que a otra cosa— y con una juventud que empieza a afiliarse al cassette como una forma de anclarse físicamente a su música frente a la impersonalidad y mala praxis del streaming, el formato que inventó Sony parece estar condenado a un incomprensible ostracismo.

Y, quizá precisamente por todo eso, están proliferando los transportes de CD frente a otras soluciones. Estamos hablando de dispositivos como el TEAC PD-507T que, en esencia, son lectores de CD que se dedican única y exclusivamente a eso. De la conversión digital se encarga un DAC externo como podría ser el FiiO K13 R2R, aunque hay muchas opciones posibles.

Durante años he oído argumentos a favor y en contra de los DACs externos. También he leído en muchos sitios que usar un transporte de CD y un DAC sitúa al oyente en una liga de esnobismo similar a la de quienes juran por la clase A y desprecian la clase D de amplificadores. Pero ¿tienen esas aseveraciones algo de verdad? La de que los propietarios de equipos de clase A son un poco esnobs es posible, lo demás ya... no está tan claro.

Así que pensé en algo: tengo un reproductor de CDs que puedo usar como transporte —un FiiO DM13—, tengo un DAC externo de escritorio —concretamente un FiiO K19— y tengo una minicadena con un estupendo amplificador de clase D y un reproductor de CD integrado, una Teufel Kombo 62. ¿Y si los ponía frente a frente para comparar lo que me ofrecían? Y eso es justamente lo que he hecho.

Metodología de la prueba

He comparado un reproductor de CD sin DAC integrado con uno tradicional para que tú no tengas que hacerlo

Estos han sido los discos que me han ayudado a hacer esta comparativa

Me gustaría dejar claro que no quiero que este texto se interprete como que he realizado un análisis completamente científico de los equipos, porque no ha sido así. Me faltan las herramientas de medición necesarias para extraer datos objetivos y neutros. Lo que sí tengo son mis oídos: no son imparciales, pero están muy afinados y acostumbrados a detectar matices. Al final, de lo que se trata es de ver cómo se comportan los equipos en casos de uso real.

He utilizado los mismos CDs en todos los escenarios de reproducción. A saber:

  • Metallica – Metallica (producción densa, graves marcados, traducción estupenda entre plataformas)
  • The 11th Hour – Burden of Grief (producción moderna, agresiva, muy limpia y cristalina, brilla especialmente en amplificadores de clase D)
  • Warning – Watching from a Distance (sonido más lo-fi, menos profesional, visceral y emocional)
  • Bolt Thrower – Honour. Valor. Pride (producción muy cohesionada; perfecto para medir densidad y pegada en registros graves)
  • Depeche Mode – Violator (synthpop de factura exquisita, estupendo para probar el ataque de los 808 y el tratamiento de los sintetizadores)
  • Tangerine Dream – Phaedra (pasajes de síntesis densos; ideal para comprobar la separación de instrumentos en capas difusas)

De esta manera me aseguraba tener un puñado de discos que conozco bien y que abarcan diferentes géneros para ver si su sonido se alteraba algo al cambiar la fuente.

La unidad de amplificación de clase D de la Kombo 62 ha sido un elemento común a todas las pruebas, ya sea con el CD integrado o con el transporte y el DAC. También los altavoces por los que ha salido todo han sido los mismos: unas torres Teufel Ultima 40. Hice a modo de experimento una prueba con el transporte, el DAC y un amplificador / receptor Kenwood KR-V5080 de clase AB, pero la firma sonora de este ampli no me servía para comparar —y explicaré por qué en otro artículo—.

Las escuchas durante las pruebas no han sido lineales. He estado sentado delante de mi punto de escucha con un cuaderno y un bolígrafo en la mano para tomar notas, anotando códigos de tiempo y replicándolos en los reproductores cuando lo he creído necesario. Me he levantado muchas veces para comparar cómo sonaban distintos instrumentos en distintas secciones de un tema porque mi oído notaba diferencias que le chirriaban entre uno y otro.

En resumen, con ese puñado de discos he hecho un proceso de escucha lo más analítico posible dentro de mis limitaciones. Me he detenido en infinidad de pasajes y he vuelto atrás siempre que algo me chirriaba, solo para comprobar si lo que había oído —o lo que creía no haber oído— estaba realmente ahí o era la psicoacústica jugándome una mala pasada. Y dicho esto, ya estamos preparados para empezar.

Transporte + DAC: más "frío" y quirúrgico, mejoras en pegada y brillo

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DAC FiiO K19 y reproductor FiiO DM13

Lo primero que debe quedar claro es que, si quieres usar un reproductor de CD como transporte, debe tener una salida de audio coaxial u óptica y el DAC al que vayas a enviar esa señal, lógicamente, una o varias entradas del mismo tipo. En mi caso no ha sido problema, porque el FiiO K19 me tiene más que cubierto en ese aspecto.

Lo que sí ha sido un poco más engorroso ha sido configurar el DAC y el reproductor para que hablasen entre sí, pero es cuestión de cinco minutos si sabes a dónde tienes que ir a buscar. Una vez hecho esto y, no sin cierto nerviosismo –porque uno es así, qué le vamos a hacer–, empezamos las sesiones de reproducción con esta configuración.

Lo primero que noté fue que el conjunto transporte + DAC preserva mejor los transitorios: los ataques son más nítidos y la pegada, más física. Los discos de The 11th Hour y Bolt Thrower han salido muy bien parados de esta prueba, con una escena sonora mejor definida. De hecho, las producciones más modernas han resonado con mucha fuerza con la configuración.

Al introducirlos en un contexto mucho más transparente y quirúrgico, Metallica ha perdido por el camino parte de los medios que le daban cierto toque cálido a la grabación. Ya de por sí el Black Album apuesta por una curva de frecuencias que se podría describir como "en forma de sonrisa" —graves y agudos realzados, medios contenidos—, pero el funcionamiento del FiiO K19 ha hecho esa reducción en los medios un poco más pronunciada.

El doom litúrgico y arrastrado de Warning ha ganado en impacto y ampulosidad. De hecho, la experiencia de escuchar a Warning con este setup se ha vuelto, por extraño que parezca, una experiencia mucho más íntima y emocionalmente amplificada. Si hay una forma perfecta de disfrutar de Watching from a Distance como álbum, desde luego esta se le parece mucho.

Depeche Mode y su synthpop oscuro y ominoso han cobrado una vida inesperada en este contexto. Los 808 suenan muy musicales y al mismo tiempo muy definidos; la sensación es la de que algo se está moviendo dentro de ti y quiere que tú también lo hagas. Policy of Truth y Enjoy the Silence han sido dos temas especialmente reveladores en este aspecto.

Con Tangerine Dream, me he encontrado con una escena sonora donde las distintas capas de sintetizadores se apilan una sobre otra hasta formar un todo hipnótico. No ha sido difícil separarlas auditivamente, pero sí he echado en falta algo más de definición. El resultado es revelador: el transporte y el DAC elevan el detalle, pero no pueden compensar la falta de aislamiento físico y eléctrico de un amplificador dedicado.

Reproductor de CD integrado: cumple bien, pero le falta alma

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Minicadena Teufel Kombo 62

A diferencia de la configuración a base de componentes externos, el reproductor de CD integrado de la Teufel Kombo 62 tiene dos ventajas enormes: no tienes que hacer nada para escuchar música con ella –sólo introducir un CD en la ranura, ni siquiera hay que pulsar play– y tiene un amplificador de clase D que suena francamente bien.

Y es que, cuando compras un aparato como este, pasa como con los auriculares Bluetooth: lo que prima es la conveniencia. Por eso mismo la Kombo 62 es un aparato que lo hace todo bien, pero ya sabéis: el que mucho abarca, poco aprieta. Es decir, que de todo lo bueno que tiene, no destaca especialmente en nada cuando se la compara con una configuración distinta dedicada a algo concreto.

Esto me ha llevado a darme cuenta de que este sistema tiene una desventaja enorme: al ser un reproductor / amplificador / streamer todo en uno, hay muchos más problemas para aislar componentes y, obviamente, esto se traduce en que va a haber compromisos y sacrificios que hacer por el camino.

Aquí Metallica han recuperado parte del toque cálido que asocio a este disco, pero... a los bombos les falta pegada. Hay algo más de rango dinámico, al menos auditivamente, porque se siente cuando Lars Ulrich le da con fuerza a la batería; el esfuerzo del músico es más apreciable –especialmente en las cajas–, pero los bombos parecen algo secundario, cuando son uno de los motores de la música. Aquí suenan planos, sin filo.

Cuando saltamos a The 11th Hour y Bolt Thrower nos encontramos con el mismo problema. En el caso de The 11th Hour hay incluso una mayor presencia de las guitarras gracias a ese pequeño boost de medios que parece haber presente, lo que también hace que el bajo, muy destacado en la mezcla y un gran contribuidor al tono general de las guitarras, se desdibuje en comparación. En el de Bolt Thrower, el bombo de ametralladora de Martin Kearns se percibe flojo y carente de pegada. Tiene, pero no la suficiente. Eso, cuando hablamos de Bolt Thrower, es un problema.

Warning sufren muchísimo con esta configuración. De repente, aparece una pelota en los graves que no debería estar ahí. El problema de los bombos persiste. Suenan todavía más humanos –si es que eso es posible–, más cercanos, pero hay algo en la parte baja del espectro que me molesta enormemente. Ya no es una grabación elevada a la escucha intimista, sino una experiencia pantanosa que nada tiene que ver con la intención original del grupo.

Depeche Mode parecen haber vuelto a finales de los años ochenta del siglo pasado cuando pasan por la Kombo 62, y no estoy seguro de que eso sea algo bueno. Seguimos con el problema del maltrato a la percusión; es como estar escuchando una plataforma de streaming muy comprimida. Se me ha hecho muy cuesta arriba pasar del primer tema de cada disco cuando he saltado al reproductor integrado por las características importantes que pierdo por el camino.

En lo que respecta a Tangerine Dream, se pierde detalle con respecto al transporte + DAC. La escena sonora sigue siendo fácilmente reconocible y separable, pero si antes ya faltaba algo más de definición, ahora falta aún más. La experiencia está lejos de ser desagradable, pero es que... sigue faltando algo. La idea es buena, pero la ejecución no es la mejor.

Conclusiones

AspectoTransporte + DAC (DM13 → K19)CD integrado (Kombo 62)
TransitoriosAtaques más nítidos; mayor control en golpes rápidosContornos más suaves; menor definición en pasajes exigentes
Graves / bomboMás pegada y profundidad; mejor articulaciónPegada contenida; tendencia a “pelota” en graves complejos
Medios / guitarrasEquilibrio y separación; medios limpios sin velosLigero realce de medios que engorda guitarras pero tapa el bajo
Escena / separaciónPlanos mejor definidos; capas distinguibles con facilidadEscena correcta pero más plana; capas menos recortadas
Detalle / microdetalleMás información fina y texturas audiblesBuen nivel general, pero pierde microinformación
Ruido de fondoFondo más “negro”; menos interferencias percibidasMayor ruido de sistema por integración de módulos
Dinámica percibidaRango dinámico más vivo; mayor contrasteCompresión subjetiva; golpes fuertes menos dramáticos
Comodidad / usoMás ajustes y cables; requiere configurarMáxima sencillez: insertar CD y reproducir

La próxima vez que escuchéis decir que es una tontería tener separado el reproductor de CD del DAC, haceos un favor y no escuchéis. Sólo yo sé los enteros que han ganado mis escuchas de CDs al probar esta configuración, y cómo el sistema integrado que tenía hasta ahora simplemente ya no es capaz de cumplir con mis expectativas.

Es cierto que no he podido hacer una disección científica de ambos aparatos –aunque me habría encantado poder hacerlo–, pero he puesto mis oídos a trabajar al máximo para poder intentar captar aunque fuese la más mínima variación. Y sé que no es garantía de nada pero, como os decía al principio, aquí no me he limitado a sentarme y escuchar; ha habido muchos viajes al reproductor para volver a escuchar secciones concretas en ambos setups. Ha habido muchas anotaciones y comparaciones A/B. Y, sobre todo, ha habido dolor de cabeza. La escucha analítica es un proceso agotador.

Lo que yo me llevo de esto es que la Teufel Kombo 62 tiene un amplificador de clase D que vale mucho la pena si lo dejas a su aire y la usas sólo como tal. Sé que no es su cometido, pero ya que permite acoplarle hasta dos equipos externos por auxiliar, pues lo cierto es que tu cadena de señal lo va a agradecer mucho. Y tus oídos, pero eso, por desgracia, entra más en el territorio de la opinión que en el hecho probado.

¿Volvería a usar el reproductor integrado? En este caso concreto, no. Viendo lo que me ofrece el transporte + DAC, creo que voy a intentar usar esta configuración tanto tiempo como pueda hacerlo. También me doy cuenta de que este descubrimiento me está empujando hacia otros agujeros de gusano –concretamente los de tener tantos componentes separados como sea posible–, pero creo que ni yo, ni mi cartera estamos preparados para dar ese paso.

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