Qué deberíamos exigirle a una freidora de aire en 2026, después de lo que hemos visto este año
Tras un año clave, analizamos qué ha cambiado en el uso real de las freidoras de aire y qué prioridades deberían marcar su evolución
Durante los últimos años, la freidora de aire ha pasado de ser una curiosidad de cocina a convertirse en uno de los electrodomésticos más populares y más presentes en los hogares. Su éxito ha sido tan rápido que, en 2025, ya no hablamos de una moda, sino de una categoría consolidada, con decenas de propuestas, mensajes cada vez más ambiciosos y un consumidor que cada vez las mira con más criterio.
Por mi casa han pasado ya varias freidoras de aire y este año, más que asistir a una revolución, lo que he ido viendo ha sido una etapa de ajuste. Digo esto porque los fabricantes han afinado detalles importantes, han aprendido de errores que acabaron siendo evidentes y han intentado diferenciarse en un mercado que ya no se conforma con 'freír sin aceite'. Pero no nos engañemos, al mismo tiempo también se han repetido vicios conocidos y que hemos visto en otras categorías, como promesas exageradas, funciones que no aportan demasiado y una especie de pugna por añadir más sin preguntarse si es lo que el usuario realmente demanda y necesita.
Por eso, al cerrar 2025, creo que es un buen momento para parar, tomar distancia y analizar qué ha hecho bien la categoría de freidoras de aire, en qué se ha quedado a medio camino y, sobre todo, qué debería tener en cuenta cualquier persona que busque comprar una en 2026. Lo que encontrarás en los próximos párrafos será una reflexión sobre una categoría que, por fin, empieza a comportarse como lo que es, un electrodoméstico cada vez más cotidiano.
De la promesa al uso diario: lo que 2025 ha dejado claro sobre las freidoras de aire
Durante 2025, las freidoras de aire han terminado de cruzar una línea importante. Ya no se compran solo por curiosidad ni por la promesa de cocinar más sano, sino porque se han integrado en la rutina diaria de muchas cocinas, entre las que se incluye la mía. Esto ha cambiado por completo la forma en la que deberíamos mirar a este aparato. Y es que cuando un producto se usa casi a diario, deja de importar tanto lo espectacular o las cifras en una ficha técnica y empieza a pesar mucho más lo práctico: tiempos reales, facilidad de limpieza, resultados consistentes y una experiencia que nos facilite la vida, no que nos la complique.

El diseño debería ser una de las mayores preocupaciones a partir de ahora / Fotografía de Lucía Alcántara Gil
En este sentido, el año ha sido positivo. Se nota que las marcas han entendido mejor cómo se utilizan estos aparatos en el día a día. Por ejemplo, los programas automáticos están mejor ajustados que hace un par de años, y esto significa poder desentenderse cada vez más del cocinado. Simplemente, meter los alimentos, pulsar un botón y esperar a que acabe. También los acabados han mejorado, frente a las primeras freidoras que parecían cajas negras, ahora hay modelos mucho más bonitos y más fáciles de integrar en diferentes cocinas.
Sin embargo, esta madurez no ha llegado de manera uniforme. Junto a avances evidentes, en 2025 también se ha consolidado una tendencia que resulta difícil de ignorar: la obsesión por añadir funciones sin preguntarse si realmente aportan valor. Me refiero a freidoras con conectividad que apenas se utiliza, aplicaciones poco cuidadas o modos automáticos que, en el uso real, no consiguen los resultados esperados. Por desgracia, en muchos casos la sensación es que la ficha técnica ha crecido más rápido que la experiencia real de uso.
Freidoras de aire más vendidas
Ver todas las ofertas →Aquí es donde se nota que nos hemos vuelto más exigentes. Cuando una freidora se convierte en un electrodoméstico habitual, las carencias se notan antes. Un programa mal afinado deja de ser una anécdota, una limpieza incómoda se vuelve frustrante y una capacidad insuficiente genera unas expectativas que no siempre se cumplen.
Lo que las marcas están haciendo bien: más capacidad sin invadir la cocina
Uno de los avances más claros que hemos visto en 2025 tiene que ver con el tamaño o, mejor dicho, con cómo se gestiona el espacio. Durante años, el crecimiento de las freidoras de aire se tradujo casi siempre en lo mismo: más litros, más volumen y, como consecuencia, aparatos cada vez más difíciles de encajar en una encimera. Últimamente, sin embargo, empieza a notarse un cambio de enfoque bastante interesante.

Con los accesorios adecuados, las freidoras de aire se vuelven todavía más versátiles / Fotografía de Eva Luna Rivera
Las marcas han entendido que la capacidad importa, de hecho siempre digo que mi principal error cuando compré mi primera freidora de aire fue decantarme por un modelo demasiado pequeño que se me quedó corto enseguida. Pero también han entendido que no en todas las cocinas podemos acomodar un electrodoméstico ancho y pesado que ocupe media encimera. En respuesta, cada vez más anunciantes están apostando por diseños que crecen en altura en lugar de hacerlo en anchura. Es el caso de la Cosori Turbo Tower Pro Smart, el último modelo que probé. La disposición vertical, con cestas apiladas y compartimentos independientes colocados uno sobre otro, permite ofrecer más espacio de cocción sin penalizar tanto el espacio en la encimera. Es una solución lógica, pero sorprende lo poco que se había explorado hasta ahora.
Este tipo de planteamiento encaja mejor con la realidad de la mayoría de los hogares. Cocinas compactas, espacios compartidos con otros pequeños electrodomésticos y una necesidad clara de no tener que reorganizar toda la encimera cada vez que se quiere cocinar algo. La verticalidad no solo ahorra espacio, también mejora la sensación de orden y facilita que la freidora tenga un lugar más o menos fijo, en lugar de acabar escondida en un armario por pura falta de sitio.
Freidoras con cestas independientes
Ver todas las ofertas →Además, esta apuesta por crecer hacia arriba suele venir acompañada de una mejor segmentación del uso. Poder cocinar dos alimentos distintos a la vez, controlar tiempos o temperaturas de forma independiente o simplemente separar raciones se ha convertido en una de las funciones más valoradas. Aquí la categoría ha sabido leer demandas y ofrecer soluciones más coherentes que el clásico 'una cesta más grande'. Por poner un ejemplo, ahí radica la gran diferencia entre la Ninja Double Stack XL, que analicé el año pasado, y la Cosori Dual Blaze Twinfry que probó mi compañera Beatriz y ocupa mucho más a lo ancho.
No es una tendencia perfecta ni universal pero, al menos tal y como yo lo veo, sí es una de las más acertadas de 2025. Porque no responde a una moda tecnológica ni a una función llamativa para el escaparate, sino a una limitación muy concreta del usuario: la falta de espacio. Y cuando los fabricantes empiezan a diseñar pensando en cómo vivimos realmente la mayoría de nosotros, se nota y se agradece.
Las claves que deberían definir a las freidoras de aire en 2026
Si algo nos ha dejado claro este año es que comprar una freidora de aire ya no debería ser un acto impulsivo. Cuando un aparato se usa de forma habitual, casi diaria, cambian por completo las prioridades. Y creo que de cara a 2026 toca empezar a exigirle a este electrodoméstico más que cifras llamativas o promesas bien envueltas.
Lo primero es honestidad en el espacio. Durante demasiado tiempo hemos hablado de litros sin contexto, de capacidades máximas que luego no se traducen en un uso cómodo. En 2026 deberíamos fijarnos menos en el número y más en cómo se aprovecha ese espacio: si permite cocinar para las personas que somos en casa, si admite distintos tipos de alimentos a la vez o si obliga a hacer varias tandas constantemente. La disposición interior, la forma de las cestas y la posibilidad de separar preparaciones dicen mucho más que una cifra aislada.

Se agradecen los controles que facilitan el cocinado, y no al revés / Fotografía de Eva Luna Rivera
También deberíamos exigir simplicidad bien entendida. No me refiero a menos funciones por sistema, sino a funciones que tengan sentido. Programas automáticos que realmente funcionen, controles claros, pantallas legibles y una experiencia que no nos haga dudar cada vez que encendemos la freidora. Y es que cuando un aparato forma parte de la rutina, lo último que apetece es pelearse con él. En ese punto, una freidora debería parecerse más a un electrodoméstico de confianza que a un dispositivo que hay que estudiar constantemente.
Otro aspecto clave es la facilidad de limpieza, algo que sigue infravalorándose en muchas fichas técnicas. Rejillas incómodas, cestas difíciles de desmontar o piezas que no se pueden meter en el lavavajillas acaban pasando factura en el uso diario. Conforme pase el tiempo, deberíamos dar por hecho que una freidora pensada para el día a día facilite este proceso, porque dará mucha menos pereza usarla.
Y, por supuesto, está el diseño. No entendido solo como estética, sino con cómo encaja el aparato en la cocina. Tamaño, peso, ergonomía, ruido o incluso la longitud del cable son detalles que apenas se mencionan, pero que marcan la diferencia cuando una freidora no se guarda, sino que vive en la encimera. Aquí la categoría tiene margen para seguir afinando y pensar más en la convivencia real con el usuario.

Las cestas independientes no son el futuro, son el presente / Imagen de Eva Luna Rivera
Creo que 2026 debería ser el año en el que dejemos de preguntarnos qué más puede hacer una freidora de aire y empecemos a preguntarnos qué mejora en nuestro día a día. Porque cuando un electrodoméstico alcanza este nivel de madurez, la innovación ya no va de sorprender, sino de acompañar de la mejor manera.
Menos espectáculo, más coherencia: así deberían avanzar las freidoras de aire
Al dejar 2025, tengo la sensación de que la freidora de aire ha dejado atrás su fase más ruidosa. Ya no necesita justificarse ni convencer a nadie de que merece un hueco en la cocina. Está ahí, se usa, y forma parte de la rutina de muchas personas -entre las que me incluyo-. Y eso, aunque parezca sencillo, lo cambia todo.
Pero cuando un electrodoméstico se vuelve cotidiano, también se vuelve más exigente. Deja de impresionarnos por lo que promete y empieza a valorarse por cómo responde un día cualquiera. En ese contexto, las marcas han dado pasos en la dirección correcta, especialmente cuando han sabido escuchar limitaciones tan reales como el espacio, la comodidad o la necesidad de no complicar lo que debería ser simple.
De cara a 2026, creo que el mayor reto de las freidoras de aire no pasa por reinventarse, sino por afinar. Por diseñar mejor, comunicar con más honestidad y pensar en usuarios que ya saben lo que quieren y también lo que no están dispuestos a tolerar. En resumen: menos fuegos artificiales y más coherencia. Menos promesas grandilocuentes y más soluciones que encajen en la vida real.
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