Sam Altman explica por qué no quiere que OpenAI salga a bolsa
Altman reconoce que liderar una empresa pública le atrae "cero por ciento" mientras OpenAI prepara un debut bursátil millonario en pleno temor a una burbuja de IA y con Google pisándole los talones
OpenAI se encamina hacia uno de los debuts bursátiles más ambiciosos del sector tecnológico, con valoraciones que rozan el billón de dólares según rumores de mercado. Pero su CEO, Sam Altman, acaba de soltar una bomba: le entusiasma "cero por ciento" convertirse en jefe de una empresa cotizada. Lo ha dicho en el Big Technology Podcast mientras la compañía afronta presión regulatoria, competencia feroz de Google y dudas crecientes sobre una posible burbuja de la IA.
La noticia nos llega desde Futurism, donde el periodista Alex Kantrowitz le preguntó directamente si le ilusionaba liderar una OpenAI pública. La respuesta fue tajante: "¿Estoy emocionado por ser el CEO de una empresa cotizada? Cero por ciento". Altman matizó que en algunos aspectos le atrae la idea, pero en otros lo ve "realmente molesto", aludiendo al escrutinio que implica rendir cuentas trimestrales ante accionistas mientras intentas desarrollar tecnología a largo plazo.
Un billón de dólares con olor a burbuja
Los rumores de salida a Bolsa empezaron a finales de octubre de 2025, con cifras que iban desde más de 100.000 millones de dólares —unos 92.000-95.000 millones de euros al cambio actual— hasta un posible billón si el mercado se vuelve eufórico. Para contextualizar: SpaceX de Elon Musk y Anthropic también planean OPV gigantescas, pero ninguna con el ruido mediático de OpenAI. El problema es que el sector habla abiertamente de una burbuja de IA que, si estalla, podría arrastrar al resto de la economía.
Altman no confirmó si saldrán en 2026, limitándose a decir: «No lo sé. Saldremos muy tarde a Bolsa». Esa ambigüedad es deliberada. OpenAI ya está sometida a una vigilancia constante incluso sin cotizar, con reguladores europeos exigiendo transparencia en algoritmos y gobiernos preguntándose si ChatGPT es una amenaza estratégica. Salir a bolsa multiplica esa presión por diez: informes públicos, auditorías constantes y analistas destrozándote cada trimestre si no cumples expectativas.
Altman ha declarado un "código rojo" interno para centrar recursos en mejorar ChatGPT retrasando otros proyectos. Y no será la última vez: prevé repetir estos toques de alarma una o dos veces al año durante mucho tiempo. «Creo que es bueno ser paranoico y actuar rápido cuando surge una amenaza competitiva potencial», explicó en la entrevista. Traducción: Google les está comiendo terreno y no pueden permitirse bajar la guardia ni un segundo.
La paranoia que se desprende de las palabras del ejecutivo no es tal. "Creo que Google sigue siendo una enorme amenaza, ya sabes. Una empresa extremadamente poderosa", admitió Altman sin rodeos. Google tiene infraestructura, datos, músculo financiero y está acelerando el desarrollo de Gemini para recuperar el terreno perdido. OpenAI depende de Microsoft para computación y ha perdido unos 5.000 millones de dólares en dos años, lo que explica por qué necesita capital fresco aunque su CEO preferiría evitar el circo bursátil y todo lo que conlleva. Igual aquí convendría recordar que en Sequoia Capital dijeron que los modelos de IA generativa deberían ser capaces de producir ingresos de 600.000 millones de dólares anuales para ser viables, cifra de la que están muy lejos.

OpenAI podría ser una empresa que cotizase en bolsa de cara a 2026
Como viene siendo habitual en las entrevistas de Altman, sus declaraciones tienen doble lectura: o es sincero, o está bajando expectativas antes de pedir dinero. Decir que no le entusiasma ser CEO de una cotizada puede ser una forma de preparar el terreno antes de una IPO histórica, o simplemente reconocer que prefería el OpenAI sin ánimo de lucro original antes de que los inversores exigieran rentabilidad. Ahora está atrapado: la compañía necesita dinero para seguir entrenando modelos cada vez más caros, y la tasa de suscripción de ChatGPT Plus es decepcionante comparada con las proyecciones iniciales que manejaban internamente.
El clima interno tampoco ayuda a generar confianza de cara a una salida a Bolsa. Informes recientes hablan de paranoia y conspiraciones dentro de OpenAI, con empleados temiendo filtraciones y movimientos de rivales en cada esquina. Y teniendo en cuenta que Altman quiere mantenerse competitivo y llevar a sus empleados a un estado de alarma semipermanente, está claro que la paranoia no es temporal sino estructural.
¿Saldrá finalmente a Bolsa en 2026? Probablemente, aunque Altman seguirá posponiendo el momento todo lo que pueda. El fundador de ChatGPT se enfrenta a una contradicción: necesita el dinero de los mercados públicos para competir con Google, pero ese mismo dinero viene con informes trimestrales, comités de auditoría y accionistas preguntando por qué no hay beneficios todavía. No es de extrañar que su nivel de entusiasmo sea exactamente cero.