Sony BRAVIA Projector 7, análisis: el día que el cine dejó de ser un plan fuera de casa
Una experiencia cinematográfica real que va mucho más allá del tamaño de la imagen
Hay momentos en los que un aparato te cambia un poco la rutina sin que tú se lo pidas. Eso me pasó este año con los dos proyectores que estuve probando, el TCL C1 y el TCL A1s. Eran dos modelos tirando a sencillos, de esos que no presumen de nada, pero te dan más de lo que esperas. Me acompañaron muchas noches sin complicaciones, tanto en casa como en exteriores, con esa sensación tan placentera de 'lo enchufo, pongo algo y a disfrutar'. Me gustaban justo por eso, porque eran fáciles, porque no exigían nada, porque convertían cualquier pared en una mini sala de cine doméstica y lo hacían, además, a precios muy asequibles. Y quizá por haberme acostumbrado a esa naturalidad tan terrenal, cuando llegó la caja del nuevo proyector Sony que me propusieron probar, sentí algo muy distinto. Estaba claro que, esta vez, la cosa iba en serio.
Porque una cosa es probar proyectores 'de batalla', de los que cumplen y son aptos para la mayoría de usuarios, y otra muy diferente es enfrentarte a un equipo que cuesta siete mil euros y que promete llevarte al cine sin moverte del salón. Lo reconozco: antes de encenderlo dudaba muchísimo. Me preguntaba si realmente podía ser tan bueno, si de verdad había tal abismo entre lo que ya conocía y lo que estaba a punto de probar. ¿Qué puede hacer un proyector para justificar semejante precio? ¿Qué se supone que debo notar? ¿Va a cambiar algo más allá del tamaño de la imagen? Después de semanas probando el Sony BRAVIA Projector 7 vengo a contarte todo lo que necesitas saber sobre él para que seas tú mismo quien pueda responder a todas estas preguntas.
+ Pros
- Calidad de imagen cinematográfica
- Procesado XR sobresaliente
- Rinde sorprendentemente bien con luz ambiente
- Funcionamiento silencioso
- Contras
- Precio elevado
- No incluye soporte de techo

- Precio y dónde comprar el Sony BRAVIA Projector 7
- Ficha técnica de características
- Diseño, materiales y primeras impresiones
- Calidad de imagen y experiencia real de visionado
- Rendimiento, procesado XR y pruebas con diferentes contenidos
- Sonido del ventilador y convivencia real
- Instalación y cómo encaja en el espacio
- Conclusión y opinión final, ¿merece la pena el Sony BRAVIA Projector 7?
Precio y dónde comprar el Sony BRAVIA Projector 7
El Sony BRAVIA Projector 7 no es un proyector para todo el mundo, y tampoco pretende serlo. Su precio oficial de 6.999 euros lo deja claro desde el primer momento. A este precio, se mueve dentro del territorio de los proyectores home cinema premium. Aquí no se paga solo el tamaño de proyección, sino todo lo que hay detrás y que te contaré a lo largo de este análisis. Ahora mismo lo puedes comprar en tiendas como Super Sonido, Audio Reference o VisuNext. No parece un modelo que vayamos a ver en grandes superficies porque quien lo busca es un público muy específico, que tiene muy claro su contexto de uso. En cualquier caso, estaremos atentos por si sale a la venta en más tiendas y estoy segura de que nos haremos eco si lo vemos por debajo de este precio oficial.
Compra el Sony BRAVIA Projector 7
Ficha técnica de características
| Especificaciones | |
|---|---|
| Dimensiones | 460 x 200 x 472 mm |
| Peso | 13 kilos |
| Resolución | 4K nativo SXRD |
| Procesador | XR Processor for Projector |
| Brillo | 2200 lúmenes |
| Fuente de luz | Láser |
| Relación de zoom | Zoom óptico de 1,6x |
| Relación de proyección | 1,38:1 – 2,21:1 |
| Conectividad | 2 HDMI, USB, LAN, Trigger |
Diseño, materiales y primeras impresiones
La primera toma de contacto con el Sony BRAVIA Projector 7 empieza antes de verlo. Empieza con la caja. No es la típica que mueves de un lado a otro sin pensar, es grande, pesada, imponente en ese sentido casi simbólico que tienen los dispositivos que vienen a cambiar algo en casa. Y en cuanto levantas las solapas te das cuenta de que aquí no hay concesiones: no estás ante un proyector al uso, ni mucho menos ante esos proyectores portátiles que puedes desplazar sin prestarles demasiada atención. Esto es otra cosa. Es un objeto que reclama espacio, que casi impone respeto y que reclama cierta calma antes de conectarlo. La sensación al abrirlo es exactamente la de estar desprecintando algo grande en todos los sentidos de la palabra.

A través del mando a distancia puedes seleccionar diferentes modos de imagen / Fotografía de Eva Luna Rivera
Sin embargo, y a pesar de su tamaño, su diseño es increíblemente sobrio. Está claro que Sony tiene una forma muy característica de diseñar dispositivos premium, lo hace con una mezcla de minimalismo, geometría limpia y ausencia total de artificio. Este proyector sigue esa misma línea. No busca llamar la atención con colores, brillos o aristas extravagantes. Al contrario, no pretende llamar la atención. Inevitablemente lo hace por su tamaño, tiene unas dimensiones de 460 x 472 x 200 mm que no le permiten pasar desapercibido, y un peso aproximado de 13 kilos que casi te obliga a buscarle un sitio fijo, y no a andar moviéndolo por casa.

Probablemente la mejor opción sea fijarlo en el techo / Fotografía de Eva Luna Rivera
El frontal es quizá lo más reconocible, con esa rejilla vertical que no solo cumple función estética, sino que marca un carácter propio, serio, profesional, casi arquitectónico. En el centro, la lente queda ligeramente adelantada, protegida pero dominante, justo como debe ser en un proyector que se toma en serio la imagen. Es como si toda la carcasa solo fuera una estructura que sostiene y envuelve el verdadero corazón del dispositivo, sin biseles innecesarios ni superficies brillantes que distraigan.
La parte trasera es igualmente discreta, pero funcional. Ahí es donde aparece el conjunto de conexiones: dos HDMI, un puerto LAN, el conector Remote para controlar el proyector mediante sistemas externos, la entrada de infrarrojos por si necesitas conectarle un receptor externo, un Trigger de 12 V para automatizar pantallas o sistemas externos y un USB para actualizaciones. Todo se agrupa de forma ordenada, de manera muy cómoda. Es un diseño pensado para instalaciones limpias, para montarlo una vez y no volver a tocarlo.

Enfocar y ajustar el zoom son tareas muy sencillas / Fotografía de Eva Luna Rivera
Los laterales siguen esa línea casi industrial, con paneles lisos y una ventilación integrada que no rompe la estética. No hay nada en su apariencia exterior que grite 'lujo', pero tampoco nada que recuerde a un proyector doméstico convencional. Se mueve en ese punto intermedio tan propio de Sony, donde el diseño se nota, pero no se impone, dejando claro que lo importante vendrá cuando se apague la luz. Por fuera es elegante, discreto, casi tímido. Por dentro, promete todo lo contrario.
Calidad de imagen y experiencia real de visionado
La primera vez lo encendí sin demasiada ceremonia, sin preparar la sala y sin bajar todas las persianas. Solo para ver qué cables necesitaba y cómo era el proceso de puesta en marcha. Era a media tarde, todavía con luz entrando a través de las cortinas, y pensé que, como siempre pasa con los proyectores, iba a ver la imagen algo lavada y acabaría cerrando cualquier entrada de luz a cal y canto. Pero no. La primera sorpresa llegó incluso antes de apagar las luces: ya se veía bien. No 'bien para ser un proyector', ni 'bien si fuerzo la vista', no. Se veía bien de verdad, como para sentarte sin prisas, como para olvidarte de que fuera sigue siendo de día, porque ya no querrás salir de casa.

Incluso con luz ambiente, se ve increíblemente bien / Fotografía de Eva Luna Rivera
Y luego llegó la oscuridad absoluta. Apagué todo y volví a mirar la pared. Ahí sí, me quedé clavada. No es que recuerde al cine, es que es el cine. En cuanto la luz del láser dibuja el primer plano ya entiendes por qué este aparato cuesta lo que cuesta. Los negros dejan de ser un concepto técnico para convertirse en un espacio real, el contraste se siente como profundidad física, la nitidez, incluso proyectando directamente sobre la pared, es brutal. Da igual que sea una película, una serie, un partido... la sensación es que estás dentro.
Lo más alucinante es cómo maneja la textura y el color. En los eventos deportivos, por ejemplo, la iluminación de la pista se siente mucho más viva que en mi tele. Hay una claridad que no es artificial ni clínica, es natural, como si estuvieras en la pista o en el campo. En cine, la cosa va todavía más lejos. Esa mezcla de negros que se funden con la pared y colores que flotan por encima crea un efecto que solo se puede describir como inmersión real. No hay granos extraños, ni artefactos, ni contornos falsos. Simplemente una imagen pura, limpia, sólida.

Los negros son increíblemente puros / Fotografía de Eva Luna Rivera
Y todo esto, insisto, proyectando directamente sobre la pared, sin una pantalla técnica, sin una superficie optimizada, sin nada que ayude. Esa es la parte que más me ha sorprendido, que incluso así, sin ser las condiciones ideales, ya entregue este nivel. Estoy segurísima de que si se monta con una buena pantalla, el salto puede ser todavía mayor. Pero, honestamente, usándolo directamente en la pared no noto que le falte nada.
Con las series te olvidas de que estás viendo una serie. El HDR hace que los interiores tengan volumen, que las sombras parezcan coger aire, que las luces no quemen la imagen... Es una sensación rara, casi física. No quiero sonar exagerada, pero lo primero que dije cuando proyecté por primera vez una película con este Sony BRAVIA Projector 7 fue 'es una auténtica pasada', solo que sustituyendo auténtica por otra palabra de cuatro letras.
Compra el Sony BRAVIA Projector 7
Rendimiento, procesado XR y pruebas con diferentes contenidos
Hay algo casi mágico en la manera en la que este proyector entiende la imagen. No solo la proyecta, la interpreta. Y eso se nota desde el primer minuto, incluso antes de bajar las luces. Yo pensaba que un proyector de 2200 lúmenes, por muy láser y por muy Sony que fuera, iba a quedarse corto en claridad si lo usaba a media tarde y con las cortinas abiertas. Al fin y al cabo, es lo que suele pasar. La luz ambiente devora el contraste y deja la imagen descolorida, como si tuviera un filtro gris encima. Pero aquí ocurrió todo lo contrario. Con el modo cine activado -bendito botón, por cierto- la imagen no solo resiste a la luz, se impone. Los colores siguen teniendo fuerza, el detalle se mantiene intacto y el contraste no desaparece, sino que se ajusta suavemente para sobrevivir en condiciones que no son, ni de lejos, las ideales para un proyector de cine en casa.

La viveza de los colores es impresionante / Fotografía de Eva Luna Rivera
Eso fue lo primero. La sorpresa, el '¿cómo puede estar viéndose así con esta luz?'. Pero lo segundo fue mucho más potente: la oscuridad absoluta. Porque ahí es donde el procesado XR despliega realmente todo lo que sabe hacer. Una cosa es leer que incorpora XR Clear Image, XR Triluminos Pro, XR Dynamic Tone Mapping y XR Deep Black... y otra muy distinta ver cómo esos nombres se traducen en sensaciones. En cuanto apagué las luces, cerré las cortinas y la sala se quedó completamente a oscuras, noté ese clic que solo pasa con las cosas realmente buenas. Para que me entiendas, la imagen dejó de ser una proyección para convertirse en una escena real.
A mí me dejó impresionada lo bien que trabaja el contraste. Los negros no son negros porque estén aplastados, ni porque la imagen pierda detalle para oscurecer más. Son negros con aire, con profundidad, con textura. Lo notas en cuanto aparece una escena nocturna, donde las sombras no se ven como bloques. Y en vídeos de conciertos las luces del escenario se ven tan limpias que parecen casi tridimensionales. El XR Dynamic Tone Mapping se encarga de que las zonas brillantes nunca quemen la imagen, aunque haya focos intensos o destellos rápidos. Todo se ve equilibrado, cómodo y natural.

Incluso si no estás totalmente de frente a él, se sigue viendo increíblemente bien / Fotografía de Eva Luna Rivera
Hablando de conciertos, creo que es donde más he notado el trabajo del XR Triluminos Pro. Los colores, además de saturación, tienen matices. No te lanza un arco de neón exagerado, ni sobrecarga las pieles, ni da esa sensación de HDR forzado que otros proyectores sí generan. Aquí los colores respiran. Los tonos cálidos del escenario tienen profundidad. Y todo sin perder naturalidad en ningún momento.
Después está el movimiento. Sony siempre ha sido buena en esto, pero aquí se nota especialmente. Para llevarlo un paso más allá, le conecté la PS5. Lo hice teniendo en cuenta que hablamos de un proyector de cine en casa, no de un monitor gaming. Pero la experiencia me sorprendió de una forma que no tenía nada que ver con la teoría, la consola se ve increíble. El modo Game reduce la latencia lo justo para que todo responda de manera natural, sin retrasos perceptibles, y la PlayStation 5 aprovecha la nitidez nativa y la tasa de refresco de 120 Hz. Los colores siguen siendo profundos, el HDR mantiene ese equilibrio tan propio del procesador XR y el tamaño de la imagen convierte cualquier partida en algo espectacular. Vale que no es un dispositivo pensado para competir en shooters, pero para juegos narrativos, aventuras o títulos visualmente potentes, la sensación es casi cinematográfica. Se trata de jugar a lo grande en el sentido más literal.
Compra el Sony BRAVIA Projector 7
Todos los modos se pueden cambiar desde el mando a distancia, que no solo cambia la imagen, también la experiencia. Están los dos modos Cinema, Game, el modo Reference, sin artificios, tal y como el contenido fue masterizado, un modo para TV, otro para fotos. Luego están los modos Bright Cinema y Bright TV, que han sido dos grandes sorpresas. Son los modos que no deberían funcionar tan bien a plena luz, y sin embargo funcionan. Mucho mejor de lo que esperaba.

Si puedes dejar la suficiente distancia, conseguirás un muy buen tamaño de proyección / Fotografía de Eva Luna Rivera
Si tuviera que resumir lo que hace el procesado XR diría que actúa como un intérprete que no hace ruido. No se nota, no molesta, no sobresale. Simplemente pone cada cosa en su sitio. La oscuridad profunda sin perder detalle, la luz intensa sin quemar, el color vivo sin exagerar, el movimiento suave sin artificios... Es una especie de claridad emocional que se siente más que se explica. Desde fuera puede sonar demasiado técnico, pero desde dentro la experiencia es real, el proyector respeta mucho la imagen. Y por respetarla tanto consigue que se vea infinitamente mejor.
Es verdad que Sony no publica un máximo de pulgadas estrictamente definido, y ya sabes que el tamaño final depende de dónde coloques el proyector y cómo ajustes el zoom y la distancia. Por mi experiencia y por cómo se comporta la imagen, creo que su rango ideal se sitúa entre las 120 y las 150 pulgadas, pero también puede proyectar imágenes incluso más grandes con una calidad excelente. Ya te lo advertía antes: es llevarte el cine a casa.
Sonido del ventilador y convivencia real
Con un proyector así, el tema del ruido es casi una pregunta obligatoria. Y lo digo porque todos hemos pasado por ahí, proyectores que prometen silencio y luego te recuerdan su presencia con un zumbido constante, justo en la escena más tranquila de la película. Te diré que durante la proyección no lo oyes. No hay distracciones, no hay ruidos que te saquen de la escena, no hay ese momento incómodo en el que bajas el volumen solo para comprobar si lo que escuchas es parte de la película o viene del aparato.

Un proyector como este, se merece una sala dedicada a él / Fotografía de Eva Luna Rivera
Pero hay algo importante que conviene decir con claridad. Si te compras un proyector de este nivel, no lo haces para usarlo con un altavoz cualquiera. Este tipo de producto está pensado para ir acompañado de un sistema de sonido a la altura, de esos que llenan la sala y te envuelven por completo. En ese contexto real, que es el único que tiene sentido para un proyector de 7.000 euros, el ventilador pasa completamente desapercibido. No porque no exista, que existe, sino porque queda enterrado por la experiencia, como debe ser.
Este no es un proyector que tenga altavoces integrados, está pensado para usarlo con altavoces externos o con una buena barra de sonido. Por eso, aunque la ficha técnica pueda decir una cosa, la práctica te deja más tranquilo. Una vez empieza la película, la serie, el partido o lo que vayas a ver, el sonido del ventilador desaparece. No lo escuchas, no lo piensas y no te acuerdas de él. Y eso, en un dispositivo que va a pasar horas encendido y que está pensado para sesiones largas, es exactamente lo que esperas (y lo que agradeces).
Instalación y cómo encaja en el espacio
Como espero que entiendas, durante las semanas que lo he tenido en casa, no me compliqué la vida con una instalación definitiva. Lo usé siempre apoyado en una mesa, más por sentido práctico que por falta de ganas. Al final, cuando sabes que un dispositivo no se va a quedar contigo para siempre (ya me gustaría), haces concesiones. Aun así, incluso en ese uso 'provisional', el mensaje que transmite es muy claro. Este no es un proyector para andar moviéndolo de una habitación a otra. No está hecho para eso. Ni por tamaño, ni por peso ni por filosofía.
Y esto es algo que te hace reflexionar. Porque mientras lo usaba no podía dejar de pensar en lo mismo, que ojalá tuviera una sala dedicada para él. El sueño de montar una sala de cine en condiciones en casa, con su pantalla, su sonido envolvente y el proyector colgado del techo, perfectamente alineado... qué fantasía. Si pudiera, no tendría ninguna duda, este proyector pide instalación fija. No porque sea incómodo usarlo de otra manera, sino porque todo en él está pensado para quedarse quieto, para convertirse en parte del espacio.

Cualquier tipo de contenido gana calidad con este Sony BRAVIA / Fotografía de Eva Luna Rivera
A nivel práctico, Sony lo pone muy fácil. El proyector es totalmente compatible con montaje en techo, con las roscas necesarias y el diseño preparado para ello, aunque el soporte se vende por separado, como suele ser habitual en esta gama. No es algo improvisado ni accesorio, está claramente concebido para formar parte de una instalación seria, ya sea en una sala dedicada o en un salón bien planteado. Además, el zoom óptico permite ajustarlo con precisión, algo que se agradece mucho.
A ver, usarlo sobre una mesa funciona, y funciona bien. Pero también deja claro que estás ante un proyector que aspira a algo más. No quiere ser temporal ni portátil, para eso hay otros modelos. Quiere ser el centro de una experiencia, de esas que se montan una vez y se disfrutan durante años. Y quizá por eso, incluso sin tener la sala de cine soñada, la sensación constante es la de estar probando algo que pertenece a ese futuro ideal, el de una habitación a oscuras, una pantalla enorme y una película que empieza justo cuando se apagan las luces.
Conclusión y opinión final, ¿merece la pena el Sony BRAVIA Projector 7?
Llegados a este punto, la pregunta ya no es si este proyector es bueno, eso quedó claro ya hace muchos párrafos. La pregunta real, y quizá la que más importa, es otra: ¿merece la pena pagar 7.000 euros por él? Y la respuesta, aunque no es simple, sí es muy clara.
Este no es un proyector para todo el mundo, y tampoco pretende serlo. Tampoco es una compra impulsiva, ni un capricho tecnológico, ni una alternativa más grande a una tele. Es un dispositivo pensado para quien tiene muy claro qué quiere en casa, y es cine de verdad. No me refiero a una aproximación ni a una experiencia parecida, no es un 'se ve bien para ser un proyector'. Es CINE. Con mayúsculas. Del que te envuelve, te mantiene concentrado y hace que te olvides de todo lo demás.

Es una gozada ver cualquier contenido en este proyector / Fotografía de Eva Luna Rivera
Después de convivir con él durante casi un mes y de usarlo con películas, series y hasta con una PS5, tengo claro que el Sony BRAVIA Projector 7 no justifica su precio por una sola característica concreta. No lo hace solo por el brillo, ni por el contraste, ni por el procesado XR, ni siquiera por la nitidez brutal que ofrece proyectando directamente sobre una pared. Lo justifica por cómo suma todo eso y lo convierte en una experiencia coherente, equilibrada y profundamente cinematográfica. Aquí todo está al servicio de la imagen.
Me ha sorprendido incluso en escenarios donde no debería brillar, con luz ambiente, sin pantalla técnica, en una instalación provisional sobre una mesa. Y aun así, el resultado ha sido tan convincente que fastidia tener que volver atrás. Ese es otro de sus mayores logros, una vez que lo pruebas, recalibra tu percepción de lo que es ver algo en casa. Ya no comparas proyectores, comparas experiencias.

Una imagen tan limpia que cuesta creer que esté proyectada sobre una pared / Fotografía de Eva Luna Rivera
¿Es caro? Mucho. ¿Es excesivo para muchos usuarios? Probablemente. Pero también es uno de esos productos que, cuando encajan con tu forma de consumir contenido y con tus aspiraciones, no dejan lugar a dudas. Si algún día puedo permitirme montar una sala de cine en condiciones en casa, con una instalación fija, una buena pantalla y un sistema de sonido a la altura, no tendría que pensarlo demasiado. Este sería el proyector.
Compra el Sony BRAVIA Projector 7
Por todo esto, el Sony BRAVIA Projector 7 no es una compra racional en el sentido clásico de la palabra. Es una decisión pasional, meditada y muy consciente. Pero si buscas llevarte el cine a casa de verdad, sin comillas y sin letra pequeña, pocas opciones están ahora mismo a la altura de este modelo.
Este dispositivo ha sido analizado de forma independiente gracias a una cesión por parte de la marca. El artículo contiene enlaces de compra por los que Andro4all podría percibir una comisión. Únete al canal de chollos de Andro4all para enterarte de las mejores ofertas antes que nadie.