"Un dispositivo que querrás lamer": así describe Sam Altman lo que Jony Ive está creando para OpenAI
Altman afirma que el prototipo diseñado por Jony Ive es tan atractivo estéticamente que dan ganas de "lamerlo o morderlo", apostando por el lado emocional del marketing para hablar de su nuevo producto
Sam Altman ha roto el silencio sobre el misterioso dispositivo que está fabricando junto a Jony Ive con una descripción tan gráfica como inusual. Durante un evento reciente, el líder de OpenAI ha asegurado que el último prototipo ha alcanzado tal nivel de perfección estética que "dan ganas de lamerlo o darle un bocado". La frase confirma que el proyecto busca generar una conexión física y emocional muy alejada de la frialdad utilitaria de los gadgets actuales.
Las declaraciones se han producido durante el Demo Day 2025 de Emerson Collective y han sido recogidas por Futurism. Aunque el hardware sigue bajo un estricto secreto, estas palabras sugieren que el equipo de Ive ha logrado trasladar su obsesión por los materiales y las formas orgánicas a este nuevo aparato, priorizando un acabado táctil y deseable que lo diferencie radicalmente de la estética que domina el mercado tecnológico hoy en día.
Tecnología invisible y problemas de potencia
No estamos ante un teléfono convencional. Aunque la intención inicial de crear un sustituto para el smartphone parecía clara, el enfoque ha evolucionado hacia algo distinto. Será un aparato compacto que, según matizaron, no será ni un móvil ni un wearable al uso, apoyándose en la voz y los sensores como interfaz principal para eliminar la dependencia de las pantallas y reducir el ruido visual.
El papel de Ive es convertir esa tecnología en algo tangible. Sabemos que ya existen prototipos funcionales —esos que Altman dice que apetece morder—, fruto de un proceso largo donde Ive exploró diversos factores de forma para alejarse del ordenador clásico. El objetivo es lograr un objeto que se sienta natural en la mano y no como una pieza de tecnología compleja miniaturizada.
Sin embargo, meter un cerebro digital potente en un cuerpo pequeño es complicado. El desarrollo se está topando con más obstáculos de los previstos precisamente por la falta de espacio para la computación y la batería. Además, se rumorea que el dispositivo estará siempre encendido y escuchando, lo que supone un desafío térmico y de privacidad que tendrán que resolver antes de que llegue a las tiendas.
La meta final es crear un asistente que no sature al usuario. Quieren un dispositivo con una personalidad equilibrada, útil pero no servil, que funcione como una herramienta que no interrumpa constantemente. Si consiguen que además sea tan bonito como para querer comérselo, habrán logrado algo que la electrónica de consumo lleva años intentando recuperar: la magia del objeto físico más allá de su función.