realme GT 8 Pro, análisis: cuando la innovación viene de la mano de un destornillador

Es uno de los smartphones más esperados del año, pero, ¿realmente vale la pena?

realme GT 8 Pro, análisis: cuando la innovación viene de la mano de un destornillador
El realme GT 8 Pro, en sus dos variantes: una de color blanco, y la otra con el acabado Dream Edition de su edición exclusiva / Fotografía de Christian Collado
Publicado en realme

La industria del smartphone ha alcanzado un nivel de madurez técnica tan elevado que la capacidad de sorpresa se ha convertido en un bien escaso, casi en peligro de extinción. Todo funciona bien. Todo hace buenas fotos. Las pantallas son excelentes hasta en la gama media. La diferenciación se ha diluido en un mar de especificaciones idénticas y diseños iterativos donde solo cambia la posición del logotipo, la forma del módulo de cámaras o el tono del color de moda.

Por eso, cuando la caja del realme GT 8 Pro aterrizó en mi mesa de análisis hace unas semanas, sentí algo que hacía tiempo no sentía: curiosidad genuina. No por su hoja técnica, que es impresionante, ni por su procesador, que es una bestia. Sino porque realme, la marca que nació para desafiar el statu quo con precios de derribo, ha decidido mirar a los ojos a sus hermanos mayores del grupo BBK, los OPPO Find X9 Pro, OnePlus 15 y hasta X300 Pro y decirles: "Yo no voy a jugar a vuestro juego. Yo voy a jugar a los mecanos y a la nostalgia fotográfica".

He pasado las últimas semanas utilizando el realme GT 8 Pro. Ha sido un viaje lleno de luces cegadoras y algunas sombras alargadas. Un viaje de contrastes donde la excelencia técnica se da de bruces con decisiones cuestionables.

+ Pros

  • La estética "desnuda" sin módulo es espectacular y diferente a todo
  • 7.000 mAh dan para mucho, muchísimo
  • Pantalla plana, brillante y con un lector de huellas ultrasónico que es una delicia
  • El teleobjetivo de 200 Mpx es muy divertido para zoom de largo alcance con gran detalle
  • Software rápido, maduro y repleto de funciones útiles

- Contras

  • El throttling térmico limita el potencial del Snapdragon 8 Elite Gen 5
  • Sin autoenfoque en el ultra gran angular y con resultados inconsistentes
  • El modo Ricoh y los módulos no sostienen por sí solos la propuesta de valor
88Sobre 100

Precio del realme GT 8 Pro y dónde comprarlo

En España, el realme GT 8 Pro se puede comprar desde el 2 de diciembre en colores blanco y azul, a un precio que partes desde 999 euros en su versión con 12 GB de memoria RAM y 256 GB de almacenamiento interno. No obstante, con motivo de su lanzamiento, hasta el 6 de enero de 2026 se podrá comprar con un descuento de 100 euros, lo cual deja su precio en 899 euros.

Por su parte, el realme GT 8 Pro Dream Edition estará disponible con 16 GB de RAM y 512 GB de almacenamiento, y su precio será de 1.199 euros.

El dispositivo se podrá comprar a través de la tienda online oficial de realme, y también a través de canales de distribución autorizados, como Amazon.

Ficha técnica del realme GT 8 Pro

Característicarealme GT 8 Pro
Dimensiones y peso163,8 x 76,9 x 8,9 mm



225 gramos
PantallaAMOLED LTPO plana de 6,78 pulgadas



Resolución 2K (3200 x 1440 píxeles)



Tasa de refresco 1-144 Hz (LTPO 4.0)



Brillo pico de hasta 6.000 nits (HBM)



Gorilla Glass
ProcesadorQualcomm Snapdragon 8 Elite Gen 5 (3 nm)
RAM12 / 16 GB LPDDR5X
Almacenamiento256 / 512 GB / 1 TB UFS 4.0
Sistema Operativorealme UI 7 basado en Android 16
Cámaras TraserasPrincipal: 50 MP, f/1.8, 1/1.56", OIS, "Ricoh GR Level"



Teleobjetivo: 200 MP, f/2.6, 1/1.56" (Samsung HP5), OIS, zoom óptico 3x (6x in-sensor)



Ultra Gran Angular: 50 MP, f/2.0, 1/2.88" (OmniVision), 116º FOV, Foco Fijo
Cámara Frontal32 MP, f/2.4, enfoque fijo
Batería7.000 mAh (Ánodo Silicio-Carbono)
Carga120 W SuperVOOC (cargador no incluido)



50 W Carga inalámbrica AirVOOC
Conectividad5G SA/NSA, Wi-Fi 7, Bluetooth 5.4, NFC 360º, USB-C 3.2 Gen 1
OtrosLector de huellas ultrasónico, IP69, Altavoces estéreo duales con Dolby Atmos, Diseño modular, Motor háptico O-Haptics
PrecioDesde 999 euros

Diseño: La revolución de los tornillos (y por qué prefiero ir "desnudo")

Modulo de camaras original

El modelo de color blanco, con dos de los módulños de cámaras intercambiables disponibles / Fotografía de Christian Collado

Empecemos por el elefante en la habitación. O mejor dicho, por el módulo de cámaras en la habitación. En un sector donde el diseño de la parte trasera de un teléfono es una decisión inamovible, sellada con pegamento industrial y certificaciones IP, realme ha decidido entregarte el poder. Y para ello, ha incluido algo insólito en la caja de un smartphone de 1.200 euros: un destornillador.

La premisa del diseño modular, en este caso, es sencilla: el embellecedor que rodea las lentes de la cámara no es fijo. Puedes quitarlo. Puedes cambiarlo. Puedes personalizarlo. Es una vuelta a la electrónica física, táctil, casi mecánica, que otras marcas como CMF con su serie de teléfonos ya nos había propuesto. El proceso de retirar los pequeños tornillos y sentir cómo la pieza metálica se libera tiene algo de relojería, algo extrañamente satisfactorio para los que amamos el hardware.

De lanzamiento, realme ofrece dos opciones principales: un módulo circular, muy clásico y continuista con la estética de generaciones anteriores, y un módulo cuadrado que le otorga un aire más industrial y técnico. He probado ambos. He jugado a combinarlos con el color blanco de mi unidad de prueba.

Pero aquí viene algo que no esperaba decir: mi configuración favorita es... ninguna.

Cuando retiras el módulo decorativo y dejas el sistema de cámaras "al desnudo", el realme GT 8 Pro se transforma. Deja de ser un móvil elegante para convertirse en una pieza de tecnología cyberpunk. Revela un esqueleto de metal pulido alrededor de las lentes, muestra las entrañas estructurales, los orificios de los tornillos quedan expuestos. Tiene un aspecto crudo, robótico, inacabado pero intencional. Es un look que grita ingeniería.

Honestamente, me parece el diseño más original y diferente que he visto en todo 2025. Llevar el móvil así por la calle atrae miradas. La gente pregunta. "¿Qué le ha pasado a tu móvil?", dicen. "Es así". Me encanta que realme no solo permita esto, sino que vaya a liberar los esquemas de diseño CAD para que la comunidad pueda imprimir en 3D sus propios módulos. ¿Te imaginas imprimir un agarre ergonómico tipo cámara réflex? ¿O un módulo con tus iniciales? Las posibilidades son casi infinitas.

Primer plano de la parte trasera

Primer plano de la parte trasera del realme GT 8 Pro en sus dos variantes / Fotografía de Christian Collado

Sin embargo, tras el entusiasmo inicial del geek que llevo dentro, toca ponerse el sombrero de analista de mercado. ¿Es esto un motivo de compra real para el usuario promedio? Probablemente no. Los módulos extra son accesorios que cuestan dinero (y no son baratos). El cambio estético, aunque notable, no transforma la ergonomía ni la funcionalidad del dispositivo de forma drástica.

Me temo que la mayoría de usuarios cambiará el módulo una o dos veces durante la primera semana para enseñárselo a los amigos, y luego se olvidará por completo de ello. Es una innovación fantástica para el nicho de entusiastas, pero dudo que mueva la aguja de las ventas masivas.

Dejando a un lado la modularidad, el teléfono es un tanque. Y lo digo en el mejor de los sentidos. En la mano se siente grande, pesado y robusto. Estamos hablando de 225 gramos, una cifra que se nota en el bolsillo y en la muñeca tras sesiones largas de uso. El acabado en cristal mate de la parte trasera es exquisito al tacto, suave como la seda y, lo más importante, absolutamente inmune a las huellas dactilares.

Los marcos son de aluminio mate (gracias, realme, por huir de los cromados brillantes) y ofrecen una transición suave hacia la pantalla. La distribución de pesos, a pesar del gran sistema de cámaras y la batería gigante, está sorprendentemente bien equilibrada. El móvil no cabecea peligrosamente cuando lo sostienes para escribir.

Un guiño a la velocidad: La Dream Edition

realme GT 8 Pro Dream Edition

realme GT 8 Pro Dream Edition / Fotografía de Christian Collado

No puedo cerrar el apartado de diseño sin mencionar la Dream Edition. Si sois seguidores de la Fórmula 1, y en especial de cierto piloto asturiano que nos hace madrugar los domingos, esto os va a tocar la fibra.

realme ha colaborado con el equipo Aston Martin F1 para crear una edición especial cuidada hasta el extremo. El color verde británico ("Racing Green"), las texturas que imitan la fibra de carbono... todo respira velocidad. Pero el detalle que me ganó por completo es la herramienta de extracción de la tarjeta SIM.

No es un simple pincho metálico. Tiene la silueta cortada a láser del monoplaza de Fernando Alonso. Es un detalle minúsculo, funcionalmente irrelevante, que pasará el 99% de su vida dentro de la caja. Pero es ese tipo de detalles los que diferencian a un producto hecho por compromiso de uno hecho con pasión.

El software de esta versión especial también viene personalizada con elementos que siguen la línea estética de la escudería encabezada por Lance Stroll y Fernando Alonso.

Pantalla: la victoria de lo plano

Pantalla y software del realme GT 8 pro

La pantalla (plana, OLED y LTPO) del realme GT 8 pro / Fotografía de Christian Collado

En el frontal, realme ha tomado una decisión que aplaudo y que espero que siga marcando tendencia en todo el grupo BBK con el paso de los años: la pantalla es totalmente plana.

Se acabaron las curvas infinitas que deforman la imagen en los bordes, que provocan reflejos molestos y toques fantasmas indeseados. Tenemos un panel recto, honesto, protegido por Gorilla Glass, que aprovecha los marcos hasta reducirlos a la mínima expresión.

Hablamos de un panel AMOLED LTPO de 6,78 pulgadas con resolución 2K que compite de tú a tú con lo mejor del mercado. El brillo máximo teórico es de 6.000 nits. Ya sabéis que estas cifras son picos en condiciones de laboratorio midiendo un pixel blanco, pero en el uso real, bajo el sol directo, la pantalla se ve de escándalo. La legibilidad es absoluta en cualquier circunstancia.

La reproducción de color, típica de los paneles de gama alta de OPPO y OnePlus, es vibrante pero precisa. Viene configurada de fábrica en un modo "Natural" que entra por los ojos, y que no satura los colores en exceso. De hecho, todo lo contrario. La nitidez es soberbia y los ángulos de visión son perfectos.

Pero la verdadera estrella de la experiencia de uso diario no son los nits ni los píxeles, sino el lector de huellas ultrasónico.

Si venís de un lector óptico tradicional (ese que te ilumina el dedo con una luz blanca cegadora por la noche), la diferencia es abismal. El sensor está ubicado en una posición ergonómicamente perfecta, un poco más arriba de lo habitual. Es rápido. Es ridículamente rápido. No hace falta "iluminar", funciona con la pantalla apagada con solo rozar el cristal, funciona con las manos mojadas, con las manos sucias... Es una de esas características de "calidad de vida" que, una vez pruebas, hacen que sea difícil volver atrás.

Sin embargo, hay un asterisco importante en esta pantalla: los famosos 144 Hz.

realme promociona esta tasa de refresco como una de las grandes ventajas frente a sus competidores, que se quedan en 120 Hz. Sobre el papel, es cierto. En la práctica, es casi irrelevante. El sistema se mueve la inmensa mayoría del tiempo a 120 Hz. Esos 24 Hz extra solo se activan en un puñado muy reducido de juegos compatibles. No vais a notar más fluidez haciendo scroll en Twitter (X) o navegando por Chrome. Es una cifra bonita para la ficha técnica, pero con un impacto nulo en el día a día del 99% de los usuarios.

Y comparado con sus "hermanos" de corporación, aquí se notan las tijeras para diferenciar gamas. No tenemos el botón dedicado de cámara del OPPO Find X9 Pro (una pena mayúscula, considerando el enfoque fotográfico de este realme), ni el botón de acción que sustituye al Alert Slider y que vemos en los OnePlus 15 y Find X9 Pro. Es una pantalla magnífica, sí, pero el chasis que la rodea es menos funcional que el de sus rivales directos.

Rendimiento: la potencia sin control... ya sabéis

Parte trasera del realme GT 8 Pro en la mano de color blanco

El realme GT 8 Pro en color blanco, con el módulo de cámaras cuadrado / Fotografía de Christian Collado

Aquí es donde la historia del realme GT 8 Pro se complica. El corazón de esta bestia es el Snapdragon 8 Elite Gen 5, el chip más potente que existe en el ecosistema Android a día de hoy. Fabricado en 3 nanómetros, asociado a 16 GB de memoria RAM LPDDR5X y almacenamiento UFS 4.0.

Sobre el papel, este móvil debería volar. Y lo hace. Vaya si lo hace.

Abrir aplicaciones es instantáneo. La multitarea es endiabladamente rápida. Editar vídeo en 4K, mover archivos pesados, instalar apps... todo ocurre a la velocidad del pensamiento. En picos de rendimiento, el realme GT 8 Pro es un coloso capaz de mirar por encima del hombro a cualquier otro teléfono del mercado.

Pero tiene problemas de fondo. Durante mis semanas de prueba, he sometido al teléfono a diferentes pruebas de rendimiento exigentes. Y el resultado ha sido consistente: el realme GT 8 Pro sufre de un throttling térmico (estrangulamiento por calor) mucho más agresivo que el que he visto en el OnePlus 15 o, dolorosamente para realme, en el POCO F8 Ultra.

¿Qué significa esto para ti? Que el móvil se calienta. Se calienta notablemente en la zona cercana a las cámaras tras unos 15 o 20 minutos de carga sostenida. Y para protegerse, el sistema baja el rendimiento del procesador de forma drástica.

En una partida larga, esto se traduce en que esos gloriosos 120 fps o 60 fps estables empiezan a sufrir caídas (frame drops) cuando la temperatura sube. El rendimiento pico es excelente, pero el rendimiento sostenido es inconsistente. Parece que, en su afán por hacer un diseño modular o quizás por la densidad de esa enorme batería, la disipación de calor no es tan eficiente como debería.

Es un flagship, sí. Pero es un flagship que se cansa si le pides que corra una maratón a ritmo de sprint. Y considerando que el POCO F8 Ultra, con el mismo chip y un precio mucho menor, aguanta mejor el tipo, esto es un problema difícil de justificar.

Batería y carga: 7.000 mAh y carga récord

Modulo de camara y accesorios

A pesar de equipar una enorme batería de 7000 mAh, el realme GT 8 Pro es un móvil delgado, cuyo módulo de cámaras sobresale ligeramente de la parte trasera / Fotografía de Christian Collado

Si el rendimiento térmico me ha dejado dudas, la autonomía me las ha quitado todas de un plumazo. realme ha conseguido, al igual que sus hermanas del grupo BBK, una proeza de ingeniería: meter una celda de 7.000 mAh en un cuerpo de menos de 9 milímetros de grosor. Gracias a la tecnología de ánodo de silicio-carbono, la densidad energética es brutal.

En el uso diario, esto se traduce en una tranquilidad absoluta. He tenido días de uso intensivo de verdad: viajes con mucho 5G, GPS durante horas, pantalla con brillo máximo haciendo fotos en la calle... y he sido incapaz de matar la batería antes de irme a dormir. Es habitual llegar a la noche con un 30% restante.

Supera con creces a los Galaxy S, a los iPhone Pro Max y a los Pixel. Sin embargo, y esto es un matiz interesante para los muy cafeteros, la eficiencia energética parece estar un pelín por detrás de la de OPPO y OnePlus. El OnePlus 15, con una batería ligeramente superior, consigue tiempos de pantalla aun mejores. Esto sugiere que la optimización del software o del consumo en reposo del realme tiene margen de mejora.

Aún así, es una autonomía de sobresaliente. Y cuando se agota (que tarde o temprano pasará), la tecnología SuperVOOC de 120 W entra en acción.

El cargador no viene incluido en la caja (para variar), pero es capaz de llevar esta inmensa batería del 0 al 100% en unos 40 minutos. Puede que no suene tan impresionante como los 20 minutos de antaño con baterías de 4.500 mAh, pero recordad que estamos llenando un tanque de 7.000 mAh. En 15 minutos tienes energía para aguantar un día entero de uso moderado. Es, sencillamente, libertad.

Software: ColorOS con disfraz de realme

ColorOS

¿realme UI o ColorOS? Da igual, la realidad es que el software del realme GT 8 Pro funciona genial / Fotografía de Christian Collado

Hablemos de realme UI 7. Si habéis usado un OPPO o un OnePlus en los últimos dos años, ya sabéis exactamente qué os vais a encontrar. realme UI es, en esencia, ColorOS con un nombre diferente y un par de iconos cambiados. Y esto no es necesariamente malo.

Basado en Android 16, el sistema es una roca. Es fluido, estable y estéticamente agradable. realme ha añadido sus toques, como el efecto "Liquid Glass" en algunos elementos de la interfaz que le da una sensación de profundidad y modernidad muy atractiva, si bien le resta cierta originalidad al look del sistema operativo. Las animaciones son exquisitas, aprovechando la alta tasa de refresco.

La personalización es infinita. Puedes cambiarlo todo: iconos, fuentes, colores, animaciones de huella, iluminación de bordes... Si te gusta trastear y hacer el móvil tuyo, aquí tienes un paraíso.

Y, como marca el canon de 2025, la Inteligencia Artificial está por todas partes. Tenemos un "Estudio de IA" para generar avatares (divertido cinco minutos), herramientas de borrado mágico en la galería que funcionan razonablemente bien, y el "Mind Space".

El "Mind Space" es una de las pocas adiciones que me ha parecido genuinamente útil. Es un espacio lateral donde puedes arrastrar textos, imágenes y archivos de diferentes apps. La IA analiza el contenido, lo organiza y te permite crear resúmenes o enviar todo el paquete a otra aplicación. Para productividad móvil es interesante, aunque requiere un cambio de hábitos para incorporarlo al flujo de trabajo.

En definitiva, el software es sólido, pero carece de una identidad propia fuerte. Es lo mismo que ves en un móvil de 200 euros de la marca y lo mismo que ves en un OPPO de 1.400. Funciona, pero no enamora por su singularidad.

Cámaras: una colaboración (descafeinada) con Ricoh GR

Primer plano del modulo de camaras

Primer plano del modulo de camaras del realme GT 8 Pro / Fotografía de Christian Collado

Llegamos al punto más controvertido, publicitado y complejo de este terminal: la experiencia fotográfica. realme nos ha vendido este GT 8 Pro como la reencarnación espiritual de las cámaras Ricoh GR en un smartphone. ¿Cumple la promesa?

La colaboración con Ricoh es, ante todo, una cuestión de software y filtros. No hay lentes diseñadas por Ricoh. No hay un sensor APS-C. Lo que tenemos es un modo dedicado en la app de cámara que intenta emular la experiencia de las legendarias compactas callejeras.

Tenemos dos preajustes de zoom: 28 mm y 40 mm, las distancias focales clásicas de las GR. Tenemos una interfaz minimalista. Y tenemos los filtros.

Los filtros "Ricoh GR" (especialmente el de alto contraste en blanco y negro) son muy buenos. Tienen carácter. Tienen grano. Tienen ese look contrastado y dramático que te empuja a salir a la calle a buscar luces y sombras. Disparar en este modo es divertido. Te hace sentir un poco más creativo, un poco más fotógrafo.

Pero seamos honestos: la integración se queda corta. Un entusiasta de una Ricoh GR sabe que la magia de esa cámara reside en su óptica, en su sensor grande y en su manejo. Aquí tenemos un filtro de color sobre un sensor de móvil. Aporta carácter, sí, pero no sustituye la experiencia. Y creo que a un verdadero fan de Ricoh, esto no le va a convencer demasiado más allá de la curiosidad inicial.

Dejando los filtros a un lado, el sensor principal es, aunque la marca no ha confirmado exactamente el modelo, muy similar al Sony IMX906 de 50 MP y tamaño 1/1.56". Es un sensor competente, parecido al que vimos en el GT 7 Pro.

Los resultados son muy buenos. Los tonos de piel son naturales y precisos (un área donde realme ha mejorado muchísimo), el rango dinámico es amplio y la colorimetría tiene ese ligero tinte cálido marca de la casa que hace que las fotos sean agradables a la vista. De noche, se defiende con soltura, controlando bien las luces altas. Es una cámara de notable alto, comparable a la de un OnePlus 15. Pero no es el sensor de 1 pulgada que vemos en el vivo X300 Pro o el OPPO Find X9 Pro, y en situaciones límite, esa diferencia de tamaño se nota en la naturalidad del desenfoque y en el ruido.

Donde realme ha puesto la carne en el asador es en el zoom. El teleobjetivo periscópico monta un sensor Samsung HP5 de 200 megapíxeles.

Ópticamente es un 3x, pero gracias a la resolución absurda, el móvil hace un recorte (in-sensor zoom) para llegar a un 6x con una calidad que roza lo óptico. Es, sin duda, la cámara más divertida del conjunto. Te permite buscar composiciones lejanas, comprimir la perspectiva y obtener un nivel de detalle en objetos distantes que es impresionante.

Sin embargo, tiene una carencia que me duele especialmente al compararlo con sus hermanos de OPPO y vivo: no tiene enfoque cercano (telemacro).

Mientras que con el OPPO Find X9 Pro puedes hacer fotos macro espectaculares desde lejos con el teleobjetivo, capturando texturas e insectos con un fondo cremoso, el realme no consigue enfocar objetos cercanos. Necesitas alejarte mucho. Pierdes todo un mundo de fotografía creativa que sus competidores directos sí ofrecen. Y, por si fuera poco, el modo Ricoh GR no se puede usar con este sensor. Una oportunidad perdida.

Si el teleobjetivo es la estrella, el ultra gran angular es el estrellado. Tenemos un sensor de 50 MP de OmniVision que, sobre el papel, suena decente. En la práctica, es la cámara más floja del conjunto.

El problema principal es la falta de consistencia. He sacado fotos de paisajes que estaban bien, y cinco segundos después, en la misma escena, la siguiente toma salía ligeramente borrosa o con el balance de blancos cambiado.

Pero lo imperdonable en un móvil de 1.200 euros en pleno 2025 es que no tiene autoenfoque.

Carecer de AF en el gran angular significa que no podemos usarlo para fotografía macro (ni este ni el teleobjetivo, así que olvídate del macro en este móvil) y que la nitidez en los planos cercanos sufre. Es un recorte que puedo entender en un gama media, pero no en un flagship que aspira a competir con lo mejor. Está claramente por detrás de lo que ofrecen OPPO y vivo.

La cámara frontal de 32 MP cumple, con buenos tonos de piel, aunque de nuevo, sin autoenfoque.

En cuanto al vídeo, la calidad de imagen es correcta, con buen detalle y rango dinámico. Pero la estabilización es, inexplicablemente, la peor de entre los flagships del grupo BBK que he probado este año. Hay micro-trepidaciones al andar, ciertos tirones en los paneos y un efecto "gelatina" en los bordes que no debería estar ahí. Quiero pensar que es algo que una actualización de software podrá pulir, pero a día de hoy, si tu prioridad es el vídeo, este no es tu móvil.

Galería de fotos y vídeos con realme GT 8 Pro

Mejores alternativas al realme GT 8 Pro

POCO F8 Ultra de color azul

El POCO F8 Ultra es una de las mejores alternativas que existen al realme GT 8 Pro / Fotografía de Christian Collado

Por unos 1000 euros, existe una gran cantidad de móviles interesantes en el mercado. Y algunos de ellos ya han sido mencionados en varias ocasiones en este análisis.

  • El POCO F8 Ultra es, probablemente, la opción más lógica. Por 550 euros durante su etapa de promoción inicial, este smartphone ofrece un 90% de lo que da el realme GT 8 Pro, por muchísimo menos dinero. Es muy, muy complicado competir con lo que Xiaomi ha conseguido con este móvil.
POCO F8 Ultra

  • El OnePlus 15 puede resultar algo más atractivo a quienes busquen un teléfono algo más equilibrado, con un sistema de cámaras que, pese a no contar con un teleobjetivo tan puntero como el del GT 8 Pro, sí que es algo más consistente.
OnePlus 15

Conclusión: ¿vale la pena el realme GT 8 Pro?

realme GT 8 Pro con modulo cuadrado en la mano

El realme GT 8 Pro, con su módulo de cámaras cuadrado / Fotografía de Christian Collado

Llegamos al final de este análisis y la sensación que me deja el realme GT 8 Pro es agridulce. No me malinterpretéis: es un verdadero flagship. Tiene la potencia, la pantalla y la construcción para sentarse en la mesa de los mayores. Y aplaudo con fuerza la valentía de intentar algo distinto con el diseño modular y la apuesta por la fotografía de autor.

Pero cuando ponemos el precio de 1.199 euros sobre la mesa, la ecuación se rompe.

El realme GT 8 Pro intenta diferenciarse con el modo Ricoh y los módulos intercambiables. Son sus dos grandes bazas. El problema es que el modo Ricoh, siendo honestos, no aporta demasiado valor real más allá de unos filtros bonitos que podrías emular en edición. Y los módulos, pasado el efecto novedad, son algo que la mayoría de usuarios olvidará en un cajón.

A cambio de estas "innovaciones", el teléfono nos pide que sacrifiquemos cosas importantes: sufrimos un throttling térmico que no vemos en la competencia, tenemos una cámara ultra gran angular que no está a la altura de su precio, carecemos de telemacro y la grabación de vídeo necesita una vuelta de tuerca urgente.

Es difícil recomendar este terminal cuando, por el mismo precio o incluso menos con ofertas, tienes un OPPO Find X9 Pro o un vivo X300 Pro, que ofrecen experiencias fotográficas mucho más completas, versátiles y consistentes (sensores de una pulgada, telemacros increíbles).

Y lo que es peor para realme: un enemigo venido desde Pekín llamado POCO F8 Ultra. El POCO ofrece el mismo procesador (con mejor gestión térmica), un sistema de cámaras igual de competente en muchos aspectos, y una pantalla y batería que compiten de tú a tú, todo ello por un precio muchísimo más bajo.

El realme GT 8 Pro es un teléfono con alma, con carácter y con ganas de ser diferente. Si te enamora su estética "robótica", si necesitas esos 7.000 mAh de batería sí o sí, te va a gustar. Pero para el usuario que busca la mejor inversión de sus 1.200 euros en tecnología pura y dura, este año realme se ha quedado a las puertas de la excelencia por querer abarcar demasiado en lo accesorio y descuidar los fundamentales.

Este dispositivo ha sido analizado de forma independiente gracias a una cesión por parte de la marca. El artículo contiene enlaces de compra por los que Andro4all podría percibir una comisión. Únete al canal de chollos de Andro4all para enterarte de las mejores ofertas antes que nadie.

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