Cuestan más que un coche nuevo y solo hay 10 en el mundo: así son los nuevos altavoces 'fantasma' de Bang & Olufsen
Bang & Olufsen celebra su centenario con dos ediciones del Beolab 90 limitadas a 10 unidades, cuyo precio supera el de muchas viviendas en España
Bang & Olufsen celebra su centenario tirando la casa por la ventana, o más bien, lanzando unos altavoces que cuestan casi lo mismo que una vivienda —qué tipo de vivienda y en qué ciudad podría comprarse ya es otro tema—. La firma danesa ha presentado las ediciones Phantom y Mirage de su legendario Beolab 90, dos versiones ultra limitadas de las que solo se fabricarán 10 parejas para todo el planeta. Se trata de una exhibición de músculo tecnológico y artesanal que busca reafirmar su estatus en el mercado del lujo absoluto.
Según recogen en eCoustics, estas columnas mantienen la monstruosa arquitectura técnica del modelo original pero elevan el acabado a niveles de joyería. Si el Beolab 90 "básico" ya tiene un precio oficial en Europa que ronda los 167.000 euros la pareja, fuentes del sector sitúan a estas ediciones especiales por encima de las 330.000 libras —unos 400.000 euros al cambio—, una cifra que los coloca directamente en el terreno de los bienes inmuebles o los superdeportivos.
Una obra de ingeniería de 137 kilos




Más allá de la etiqueta del precio, lo que hace especial a este producto es que es, posiblemente, el altavoz más avanzado del mundo. Cada torre pesa 137 kilos y esconde en su interior 18 drivers (7 tweeters, 7 medios y 4 woofers) alimentados por 8.200 vatios de amplificación propia. Para que te hagas una idea de la magnitud: es la potencia equivalente a la de un sistema de sonido profesional para conciertos, pero condensada en el salón de tu casa.
Sin embargo, la fuerza bruta no sirve de nada sin control. La clave del Beolab 90 es su "cerebro" digital. El sistema utiliza una tecnología llamada Active Room Compensation que, mediante micrófonos, "lee" la habitación para detectar muebles, paredes y esquinas, ajustando la salida de audio para eliminar rebotes y distorsiones. Básicamente, el altavoz anula los defectos acústicos de tu salón para que suene como un estudio de grabación.
Además, incorpora el Beam Width Control, una función que permite modificar físicamente el ancho del haz de sonido. Puedes configurarlo en modo "estrecho" para una escucha audiófila solitaria en el sofá, o en modo "ancho" y "360 grados" si tienes una fiesta en casa y quieres que la música llene la estancia por igual. Es una flexibilidad técnica muy superior a la de otros altavoces daneses de diseño minimalista, que suelen priorizar la estética sobre la acústica adaptativa.
Phantom y Mirage: la noche y el día




Las dos nuevas ediciones representan filosofías opuestas. El modelo Phantom está inspirado en la alta competición y la tecnología; utiliza un acabado en negro monocromático con paneles de fibra de carbono auténtica y una rejilla metálica semitransparente que deja ver las "tripas" de la máquina. Es una estética agresiva, técnica y oscura que recuerda a los altavoces inspirados en Lamborghini que también rondan precios de seis cifras.
Por contra, la edición Mirage es pura fantasía visual. Utiliza nuevos materiales acústicos con un efecto iridiscente que cambia de color (entre tonos zafiro y magenta) según cómo le incida la luz, apoyado sobre una estructura de aluminio pulido a mano. Bang & Olufsen busca aquí convertir el altavoz en una escultura artística que capte todas las miradas, alejándose de la discreción habitual del Hi-Fi tradicional.
Puede parecer absurdo fabricar algo tan caro, pero para Bang & Olufsen estos productos son vitales: actúan como un faro que ilumina al resto del catálogo. Saben que casi nadie comprará un Mirage, pero su existencia ayuda a justificar el precio de sus auriculares Bluetooth de 1.200 euros o sus sistemas de vinilo más caros que un Dacia.
En el fondo, estos altavoces no están hechos tanto para venderse como para que hablemos de ellos. Son un golpe en la mesa de Bang & Olufsen para demostrar que, cuando quieren, juegan en una liga inalcanzable para la mayoría de bolsillos. Una maniobra perfecta para mantener su estatus y recordarnos que, aunque veamos su logo en productos más mundanos, siguen siendo capaces de fabricar la mayor locura audiófila del mercado... siempre que tengas el saldo bancario de un magnate.