Dell revela que mil millones de PCs siguen atrapados en Windows 10: la mitad no quiere actualizar y la otra no puede

Dell confirma que la adopción de Windows 11 va mucho más lenta de lo esperado, con mil millones de PCs atascados en la versión anterior por incompatibilidad o rechazo

Dell revela que mil millones de PCs siguen atrapados en Windows 10: la mitad no quiere actualizar y la otra no puede
Las cifras revelan que la mitad de los usuarios de Windows 10 no actualiza por decisión propia, mientras que la otra mitad se queda fuera por los requisitos técnicos
Publicado en Windows
Por por Sergio Agudo

Dell acaba de ponerle cifras al gran problema de Microsoft: de los 1.500 millones de ordenadores activos en el mundo, cerca de mil millones siguen anclados en Windows 10. Lo más grave es el desglose de este tapón: unos 500 millones de equipos no pueden actualizar por las restricciones de hardware, mientras que otros 500 millones son compatibles pero sus dueños se niegan a dar el salto.

La información sale de The Verge, que recoge las declaraciones de Jeffrey Clarke, jefe de operaciones de Dell. La situación es inédita: aún pasado el fin de soporte de Windows 10, la base de usuarios no se mueve. Fuese lo que fuese que pensaban en Redmond, ni está funcionando ni está pasando. Ni con los usuarios que tienen máquinas antiguas ni con los que, teniendo equipos modernos, prefieren ignorar las constantes alertas de actualización.

Un bloqueo técnico y voluntario

Esta resistencia choca con la realidad del calendario. Sabemos que Windows 10 está muerto para Microsoft, pero la inercia es enorme. Ni siquiera las tácticas más agresivas, con las que Microsoft ha intentado provocar una migración masiva, parecen surtir efecto ante una masa de usuarios que prefiere estirar la vida útil de sus máquinas viejas antes que renovarlas o cambiar de sistema. O, directamente, pasarse a Linux.

Para fabricantes como Dell, este atasco monumental es música para sus oídos. Ellos interpretan ese billón de ordenadores desactualizados como una oportunidad de venta futura, confiando en que el fin del soporte de seguridad obligue a las empresas a renovar sus flotas. Sin embargo, admiten que ni usuarios ni empresas están moviendo ficha, lo que significa que las previsiones comerciales no van a cumplirse a corto plazo al menos.

La barrera técnica ha sido un tiro en el pie para la adopción. Al declarar la guerra al hardware no compatible exigiendo chips TPM 2.0, Microsoft dejó fuera a millones de CPUs perfectamente válidas. Esto ha empujado a muchos usuarios avanzados a buscar cómo instalar Windows 11 a la fuerza o a quedarse quietos, creando una fragmentación que no beneficia a nadie y complica la seguridad global.

A esto hay que sumar que el sistema nuevo no convence por rendimiento. La propia compañía ha tenido que reconocer problemas de velocidad que afectan a la experiencia de uso. Si el sistema antiguo va bien y el nuevo exige más recursos, es lógico que veamos casos donde cada vez más gente usa Windows 7 o 10, resistiéndose a cambiar lo que funciona correctamente.

El escenario para los próximos años es complejo. Con una base instalada tan grande resistiéndose al cambio, la industria confía en que la llegada de funciones exclusivas de inteligencia artificial sea el detonante final. Cuesta creer que esa promesa sea suficiente, cuando la base de adopción de Copilot y Recall es ínfima y son las principales responsables de la fuga de usuarios hacia otros sistemas operativos. Parece que ni Dell ni Microsoft están pensando con la cabeza.

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